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MMM: miedo machista mexicano

Por Francisco Montfort Guillén

El pleito entre los machos cabríos de la política mexicana, desde las elecciones de 2000, determinó la hechura de una posterior  reforma, después de su desencuentro en 2006, promotora de retrocesos en las luchas electorales por el poder. Sus ánimos guerreros han hecho sonar los tambores de guerra. Sus desfiguros abrieron heridas, rencores, amenazas y chantajes. Sus enojos bloquearon la solidaridad y la cooperación institucionales que requiere cualquier Estado para funcionar aceptablemente. Dividieron a los ciudadanos, deslegitimaron a las autoridades federales y paralizaron la marcha del país. Sus bravatas continuaron a lo largo del sexenio. Los escándalos del Poder Legislativo acabaron con su propia honra y prestigio. Entre todos cavaron, en fin, el pozo profundo de la desconfianza que separa a los políticos de la sociedad mexicana.



La reforma propuso, a contracorriente de la dinámica sociopolítica, tiempos y conductas que desfiguran la transparencia y la equidad entre las fuerzas políticas y entre éstas y la sociedad. La falta de continuidad entre las precampañas y las campañas ha dado lugar a equívocos y a conductas ilegales e hipócritas de los candidatos y sus partidos. La mal llamada «veda electoral» ha hecho posible que el espacio y centralidad que deberían ocupar los candidatos presidenciales y sus partidos sea ocupado por la autoridad electoral y por una técnica sociológica.



El totemismo político mexicano, sustentado en la creencia de que una técnica de investigación y una institución pública pueden ser instituidos en fetiches  protectores de los triunfos y derrotas electorales,  es uno de los resultados de los temores democráticos que nos inundan después de haber perdido esa otra creencia en la infalibilidad, omnipotencia y absolutismo republicano del presidencialismo a la mexicana. Nos aturde, y oscurece nuestro ánimo, ser independientes, pensar por nosotros mismos, exigir cuentas a las autoridades: nos atemoriza elegir, con base en nuestras propias ideas, un camino de libertades individuales.



Nuestros temores a ver y vivir la realidad sin las anteojeras del estatismo sobreprotector, nos ha impulsado a sustituir nuestros análisis racionales con las creencias en  los poderes  incuestionables de las encuestas de opinión pública. Sus resultados, publicitados por sus promotores, crean incertidumbres, dudas y enojos en ciudadanos y políticos que carecen de los hábitos y razones de la cultura democrática. Su aceptación, entronización o demonización poco o nada tienen que ver con las aportaciones reales y útiles de la demoscopia.



El fetichismo de las encuestas ha provocado, para bien, un conjunto nada despreciable de buenos artículos elaborados por conocedores del tema, junto a un sinfín de páginas embadurnadas de lugares comunes y prejuicios, sobre todo en la prensa local. Con los primeros es posible establecer ciertos criterios que ayudan a conocer los alcances y limitaciones de las técnicas demoscópicas. Mi experiencia como miembro de uno de los equipos pioneros en demoscopia en el país, con formación en los principales centros de investigación europeos en investigaciones de opinión pública, me permite sugerir ciertas ideas en torno a este conjunto de técnicas que unidas forman la demoscopia.



Es ostensible que no todas las empresas han construido un nivel de profesionalización aceptable y respetable, y que consiguieron un lugar destacado en el mercado  gracias a sus relaciones profesionales con grupos de poder político y empresarial. Digamos que, a pesar de que algunas empresas son dirigidas por expertos en algunas de las técnicas que se requiere conjuntar para realizar estudios profesionales  sobre demoscopia, la mayoría tiene como falla de origen en su credibilidad,  su cercanía con alguno de estos grupos que, frente a los ciudadanos, les resta confianza.



También es claro que ninguna de ellas muestra en realidad, en su ventana metodológica (patrocinadores, trabajo de campo, método muestral, tamaño y población estudiada, prueba piloto, cuestionario aplicado y valor de las respuestas para cada pregunta, planteamiento de la investigación, etc.), todas las especificaciones necesarias para saber si el diseño, levantamiento, resultados e interpretación de los mismos son correctos. Por estas y otras razones me parece un tanto ocioso descalificar o sobrevalorar los estudios sobre preferencias electorales. Las bases para estas mediciones varían de casa encuestadora en casa encuestadora y no siempre las mismas empresas mantienen los mismos supuestos para sus investigaciones.



La investigación demoscópica no mide conocimientos ni razones: es doxa, no episteme. Tampoco es base para hacer pronósticos, y su valor sobre actitudes y opiniones es bastante efímero. De ahí que sus mayores virtudes sean respecto al conocimiento de las actitudes y valores que mueven a los consumidores en los mercados. En política su utilidad real transita por caminos poco explorados en México, en donde casi ha sido reducida a fungir como oráculo de los vaticinios de los triunfos y derrotas electorales. Con esa pretensión son solicitadas, por los candidatos y partidos o instituciones gubernamentales, y para satisfacer esta demanda, las empresas realizan los estudios, lo que provoca, por supuesto, el «efecto espejo»: los resultados apetecidos por el contratante.



Las encuestas sobre preferencias electorales hasta ahora publicadas muestran una constante: el puntero en las mismas es Enrique Peña Nieto. Lo es desde antes de que empezara, siquiera, la pretemporada electoral. Con una anticipación vacía de contexto, se empezó a medir el supuesto del voto ejercido  en tiempos muy  remotos respecto de la fecha de elección, sin adversarios y sin certeza de quien sería el candidato del PRI. Evidentemente estas encuestas han sido parte de una exitosa  maniobra política para hacerse de la candidatura de su partido. Ahora continúa como elemento de la misma estrategia de posicionamiento, pero  con otra finalidad: imponer la idea de que su triunfo ya está decidido, es irreversible y será contundente.



Las maniobras del PRI y de Enrique Peña Nieto han sido exitosas hasta esta fecha en que todavía no inicia la contienda electoral presidencial. Corren al parejo la difusión de resultados de encuestas que los favorecen  con el apoyo de la mayoría de los principales medios de comunicación como Televisa, TV Azteca, Milenio y una enorme cantidad de diarios locales en los estados de la república. A pesar de esta marcha triunfante, se ha colocado ya la idea entre las mayorías que la elección presidencial para Enrique Peña Nieto no será un día de campo. Sus contendientes empiezan a crecer, al tiempo que los defectos de este candidato y su partido vuelve a ser sujeto del escrutinio público.



El dato realmente relevante no es su primer lugar en las encuestas hasta ahora levantadas y publicadas. La cuestión central es si en verdad sus preferencias son tan abrumadoramente superiores a las de los otros candidatos. Y tienen importancia porque parecen mostrar una realidad que parece ir en contra de la historia electoral del país desde 1997. Es posible pensar que las casas encuestadoras no están midiendo correctamente el fenómeno que dicen estudiar. La disparidad en los resultados invita a pensar que una sociedad acostumbrada a la mentira por parte de sus clases dirigentes es una sociedad que también aprende a esconder sus verdades.  Este es el trasfondo de las diferencias entre lo que responde en las encuestas  y la forma en que elige a sus candidatos. Sólo hay que recordar las encuestas que precedieron la elección de gobernador en Veracruz. Por supuesto, los ejemplos son abrumadores.

La novedad parece ser el crecimiento de las preferencias para Josefina Vázquez Mota. La descalificación sobre esta mujer, a múltiples voces en los dos frentes de batalla de sus opositores, refleja ya cierto temor en las élites, temor que se quiere trasladar a la sociedad. El temor tiene que ver menos con el miedo político, natural en toda contienda electora, y más con el temor de reconocer las virtudes de una candidatura femenina y sus posibilidades reales de triunfo. Es el temor del machismo que permea las actitudes y opiniones de nuestra sociedad y que invade tanto a hombres como mujeres. Existe en México la resistencia a creer en lo nuevo, en la posibilidad de un cambio real. Dice en un artículo María Elena Morera: «“las mujeres juntas, ni difuntas”… Sospecho que esta (frase) táctica consiste en incentivar relaciones malsanas entre féminas para restar competencia, minimizar sus logros, y crear una cortina de acero a base de prejuicios y estereotipos con el fin de propiciar que no lleguen a espacios de decisión. Una táctica muy socorrida en la política mexicana… Michel Bachelet,… lo materializa en su frase: “Cuando una mujer entra en política, cambia la mujer, pero cuando muchas mujeres entran en política, cambia la política”… Es naturaleza femenina la búsqueda del cambio, en definitiva a las mujeres nos gusta cambiar, por eso cambiamos de aspecto y de entorno, nos atrae la movilidad pero sobre todo le apostamos al cambio social, ese cambio que tanto anhelamos». (Celebremos el cambio, El Universal, 8/III/2012).



Los machos cabríos de la política mexicana están temerosos por la irrupción de las mujeres en política, porque muchas ya lo hacen  en un plano de igualdad y libertad. Este fenómeno y las relaciones de amor/sometimiento/violencia que los hombres mexicanos hemos mantenido con las mujeres en toda nuestra historia, no están consideradas en las encuestas. La gran novedad en México es que el verdadero cambio en la política, y posiblemente en el plano socioeconómico, esté por suceder gracias a la aparición del azar: la candidatura de una mujer con posibilidades de triunfo en la carrera presidencial. Si la sociedad mexicana logra refrenar su sentimiento machista que anida en hombres y mujeres, estará dando un gran salto cualitativo, el que propicia el desarrollo, según la concepción de Alain Touraine: su ingreso a un nuevo y superior nivel de acción histórica. En esta perspectiva, el triunfo de Enrique o de Andrés Manuel mantendrá el dominio del machismo político mexicano, sin que esto denigre su éxito.






































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Batalla campal



Por Francisco Montfort Guillén



Es una lástima que tanto «Toño» Andere como Jorge «Sony» Alarcón ya no estén entre los mexicanos vivos. Estos narradores, que acompañaron los mejores años de la «Época de Oro» del boxeo mexicano, serían los más adecuados cronistas para narrarnos el desenvolvimiento del proceso electoral federal en marcha. Los políticos mexicanos, dirían los antiguos, «parecen gallitos de pelea». Tan sólo de ver pasar su sombra, inician un pleito.



Andere y Alarcón nos ofrecerían una inteligente, culta y emotiva narración de los pleitos electorales, enmarcando cada episodio con remembranzas históricas puntuales de los antecedentes y los resultados que produjeron acciones similares a las que ahora vivimos. Pero lo harían con una ventaja. En lugar de los gritos histéricos, las sesudas interpretaciones, augurios fatalistas y las desgarraduras de vestidos de los actuales comentócratas, nos proporcionarían una entretenida descripción, más objetiva y mucho más emocionante, acorde con la tragicomedia electoral mexicana.



Toño y Sony nos narrarían la historia de las peleas y el tipo de boxeo de esta reencarnación del «Ratón» Macías, el boxeador/actor/boxeador, verdadero ídolo de las multitudes, quien confesaba con sinceridad: «todo se lo debo a mi manager»…, Don Arturo Montiel y, al igual que el «Canelo» Álvarez,… «a la Virgencita de Guadalupe» o sea Televisa, y que cuando se enfrenta a rivales que lograban «conectarlo con firmeza» se comporta igual que los famosos y frágiles Mauro Vázquez, el «Adonis del boxeo» suspirante eterno a la corona nacional welter, vapuleado por el «Canelo» Urbina, y el no menos «carita» , Jorge «Blatting» Torres, retador a la corona mundial de peso ligero, masacrado por el «Zurdo» Ortiz, puertorriqueño que se convirtió en leyenda mundial del boxeo: a la primera finta, y al primer  jab, seguido de una combinación derecha-izquierda al «Plexus Solar», en la primera pelea no arreglada, no recuerda ni los tres primeros números de la «cuenta de protección».



En el mismo tenor, las voces inconfundibles que hacían heroicas las funciones sabatinas de la Arena Coliseo, allá en Perú 77, en el centro de la Ciudad de México, o de la Arena México, en la «famosa Colonia Doctores», narrarían el regreso del émulo del «Toluco» López, ídolo natural de los pobres, desafiante de las glorias del stato quo formado por el mismo «Ratón» Macías, José «Jou» Becerra y el «Huitlacoche» José Medel. Sin publicidad, o mejor, sin mercadotecnia,  el «Toluco», como López Obrador, causaba furor con sus peleas y era seguido por millones de aficionados que paralizaban las actividades productivas y diversiones con tal de verlo pelear. Nunca imaginó el «Huitlacoche» Medel el repudio de buena parte de la afición, que lo acompañaría toda su vida, por haber vencido al «Toluco» López, igual como le sucedió a Felipe Calderón con su victoria sobre López Obrador. ¿Cómo narrarían Andere y Alarcón el regreso del nuevo «Toluco», ya envejecido, cansado, con cicatrices profundas que se abren con un simple jab y que hacen aflorar la sangre en la cara del antes ídolo de los izquierdistas?.



Sin duda lo más excitante es tratar de imaginar el asombro de estos titanes de la narración para darnos noticia del arribo a la escena mundial del boxeo de mujeres mexicanas. No sólo por la calidad y valentía de Ana María «La Guerrera» Torres, ejemplo de pundonor, de deseos de victoria, de voluntad de trascender. Ni tampoco exclusivamente por la agilidad y belleza y firme elegancia de Jackie «La Princesa Azteca» Nava, ambas campeonas mundiales. La sorpresa para estos dos recordados comentaristas, cultos y de lenguaje basto y elegante, se las daría Josefina  «El Ángel Exterminador Azul» Vázquez Mota. ¿Qué dirían de esta sobresaliente por inteligente boxeadora, que ha decidido pelear por el campeonato nacional de México, sin límites de categoría o peso, y en contra de ¡boxeadores!?.



¡Cuánto añorarían Toño y Jorge las sapiencias  del «Cuyo» Hernández, de «Pancho» Rosales y del «Cuco» Conde quienes, al igual que los todopoderosos presidentes del establo del «Partido Único» allá en el gimnasio de Insurgentes y Violeta, sabían dirigir a sus pupilos, arreglar peleas a modo «para ir llevando a sus muchachos a la fama» y al «campeonato nacional presidencial», sí, a esos managers que sabían restañar heridas, tirar la toalla (obligados por el manager sucesor, pero de que tiraban la toalla, la tiraban) y dar sabios consejos. ¿Cómo los compararían a esos tres monstruos del pugilato mexicano, (aunque el «Cuco» en realidad era cubano), al que se tendría que agregar al inolvidable «Lupe» Hernández, con el amateur Felipe «El Imprudente» Calderón? Digo, si se pensaba que era menos torpe para dirigir a sus pupilos que Vicente «El Lenguaraz» Fox, ahora sabemos que, a pesar de inmediata rectificación, en ceremonia oficial, de su torpeza electoral y política, ya manchó para siempre la candidatura de la única retadora al «campeonato nacional presidencial» que hasta ahora ha tenido el país. No importa si ella gana o pierde: la estúpida intervención del «Imprudente» Calderón, ya provocó que los esfuerzos del «Ángel Exterminador Azul» Vázquez Mota, sean sometidos a la sospecha de todos los aficionados, los que la tienen como favorita para ganar el título y los que la ven como segura derrotada. ¿De qué le sirve al boxeo, a la afición y a la retadora esta batalla campal desatada por un aficionado de Representante/Entrenador/Secund/Manager? No cabe duda: hasta en el deporte del conde inglés se ha colado la tontería, inenarrable hasta para gigantes como Don Antonio Andere y Don Jorge Alarcón. Y toda esta situación ha sido provocada por cambiar las reglas de la pelea y por hacer del IFE una mala sucursal de la Comisión de Box de Las Vegas, Nevada. Leonardo «El Mediocre» Valdez, no cuenta siquiera con la picardía del mafioso eterno presidente del CMB, Don José Sulaimán. Esto está peor que escuchar y ver las transmisiones de box  de TV Azteca, Bien merecido lo tenemos. ¡«Mantequilla» Nápoles, regresa por favor de la mano asesina de Ultiminio Ramos!.










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¡Ordinarios!


Por Francisco Montfort Guillén


La sociedad mexicana vive en estado catatónico. Esta psicosis esquizofrénica le obstaculiza la mente, acongoja el espíritu, anula el optimismo. Todo lo ve oscuro, negativo, desolador y sin salidas. La dominan los estereotipos creados por discursos políticos oligofrénicos. Esta es la causa central de su enfermedad. Incapaces de dominar más de cinco ideas, repetidas por los medios de comunicación todos los días y a todas horas, los políticos creen indispensable aturdirnos con mentiras, auto-elogios y glorificaciones de sus subordinados. Creen que por comprar a los medios para que les dediquen sus primeras planas o sus notas centrales en sus noticieros, entrevistas y reportajes, gobiernan. Su tarea es salir del paso ante los problemas. No los solucionan, ni siquiera los administran: los torean.



Educada bajo el paternalismo autoritario del Ogro Filantrópico, de acuerdo a la atinada expresión de Octavio Paz, la sociedad actual se siente extraviada cuando constata que, efectivamente, logró sacudirse el dominio del autoritarismo. Pero hacerse cargo de su propio futuro le cuesta trabajo. Siente la orfandad y por lo tanto el extravío de saberse aparentemente desprotegida, sin poder culpar a nadie más de su propia suerte.



La comentocracia se auto-erige en su vocera y escandaliza por la falta de «un hombre de Estado» que llegue a salvar a la Patria, la Nación, la Sociedad. Cree ayudar a esta sociedad desorientada en su búsqueda de un Salvador, un Profeta o un Mesías criticando y desvalorizando a todos los aspirantes a la presidencia de la república, ensalzando a su favorito o por lo menos despreciando al que menos le agrada. La sociedad vive con el espíritu turbado, imagina las peores catástrofes y vive como presentes y ciertas las más desoladoras profecías. Muchos mexicanos se dicen preocupados por la suerte del país, condenan a su villano favorito (el del partido contrario) y aseguran que la única solución es la vuelta al pasado, como sea y con quien sea, pero al mítico pasado «de eficacia, de justicia, de conducción del país por un hombre con visión de Estado».



No existe, salvo en la persona de Plutarco Elías Calles y sobre todo en la figura de Lázaro Cárdenas algún dirigente que hoy pueda ser considerado un estadista, cualquier cosa que esto signifique. Es cierto que ni sus contemporáneos los consideraron así, ni ellos mismos se creían el cuento de ser hombres de Estado, porque si esta cosa existe, no puede ser una cualidad ex-ante, es decir, sólo pueden ser «estadistas» las personas que lo han demostrado, es decir, personas que ya han ejercido la presidencia o, en otros sistemas, ser primeros ministros. Para tener un buen referente, puede ser citado el caso de Vaclav Havel en la República Checa.



Tal vez lo que vivimos los mexicanos sea una enorme frustración que se expresa como una especie de proyección: creemos que nos merecemos el gobierno de «todo un estadista», de un personaje genial que esté a la altura de nuestra condición. ¿Cuál? Pues, primero, que nos redima porque somos incapaces de hacerlo por cuenta propia, y además, con la que soñamos, la que idealizamos, la contraria a nuestra realidad: la de un país mediano en todo, sin grandes hazañas, modesto, orgulloso. Seguramente nos molesta que muchos de nuestros políticos reflejen, sin lugar a dudas y sin pudor alguno, la ordinariez, es decir, su falta de cultura y urbanidad en la que se desenvuelve nuestra vida cotidiana. ¿De verdad es sólo característica de los políticos dar y recibir dinero en portafolios, con y sin ligas? ¿La ordinariez de Fernández Noroña, de Manuel Espino o de Fidel Herrera es de su exclusividad?



Lo cierto es que un régimen verdaderamente democrático es poco útil para encontrar Salvadores de la Patria. La democracia sí puede hacer que sean realizadas las buenas ideas y las acciones extraordinarias de mujeres y hombres excepcionales… siempre y cuando el entorno internacional sea favorable, cuente con apoyos o los construya entre sus opositores y disponga de instituciones realmente competitivas. La democracia, si funciona, permite neutralizar la vulgaridad y tosquedad, la falta de genio, inteligencia y cultura de mujeres y hombres ordinarios, de personas comunes que llegan a las instituciones públicas sin merecerlo, gracias a las artimañas del poder, de la astucia y las trampas. Los veracruzanos saben de estas tragedias.



Los tres candidatos presidenciales pertenecen y son fruto de nuestra realidad de medianías, con sus cualidades y defectos. Esa es su gran virtud: son seres humanos normales en sus características intelectuales, políticas y gerenciales. Unos destacan más en algunos aspectos positivos, otros en sus defectos. Pertenecen a un sistema político común, juegan las mismas reglas. Ninguno de los tres es un outsider, un agente antisistémico que desde los márgenes quiera y pueda transformar el sistema político mexicano.



Josefina Vázquez Mota, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador son seres humanos ordinarios. Ninguno es Premio Nobel, ni estrella nacional de la literatura, el arte, la ciencia. No han realizado ningún acto heroico ni obra de magnificencia reconocida. Todos tienen logros y equivocaciones estándar. Ciertamente, sus realizaciones merecen el apoyo de sus partidarios y, de éstos, tiene más Enrique Peña. Pero entre la población en general nadie de los tres cuenta ya, de manera segura, los respaldos suficientes para asegurar, desde este momento, su triunfo.



Su mayor mérito es nuestro mérito. Para que triunfen requieren contar con nuestro apoyo. Primero, para ganar la elección. Segundo, para hacer realidad sus propuestas. Desde este aspecto central, si queremos democracia, desarrollo y modernidad debemos todos de participar exigiendo y respaldando a quien pensemos es el ser humano ordinario que puede convencernos de las bondades de sus propuestas y de la viabilidad de su realización. Las preguntas centrales a resolver para tener en México un gobierno federal democrático no sólo eficaz, sino eficiente y competitivo se pueden plantear de la manera siguiente: ¿Quién de estos tres seres humanos ordinarios mexicanos puede llegar a ser el mejor gerente y el mejor líder para organizar una nueva etapa de crecimiento económico, desarrollo social y florecimiento cultural? ¿Cuál es el que mejor acepta sus debilidades y en consecuencia se ha rodeado de los colaboradores más honestos y capaces? ¿Quién es el menos corrupto y ha estado rodeado de menos personajes corruptos? ¿A quién puede perseguirle el fantasma de sus relaciones con las violencias criminales? En suma, ¿a cuál de los tres se le puede considerar un ser humano ordinario que es capaz de alejarse de la ordinariez? No es cualquiera entre los tres. Además, el candidato zángano no cuenta. Y al que no le Quadri, que lo diga.






















































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Veracruz: El Gordo y el Flaco
 

Por Francisco Montfort Guillén
 

La cultura ciudadana se forma también con la lucha diaria para contener la arbitrariedad del Estado. No una y heroica vez, sino de manera continua y obcecada. No con la gloriosa violencia revolucionaria, sino con la sencilla y permanente mutación del poder para convertirlo en factor del progreso de todos. En esta tarea sin gloria pero insustituible, los ciudadanos requieren del ejercicio de la memoria. El ejercicio de la memoria como una acción permanente encaminada a no olvidar el pasado presente, y a recordarle al poder, al Estado, a los gobiernos, a las elites económicas las injusticias, las desigualdades, los privilegios que con sus acciones ha conformado nuestra situación actual.



Muchos de nuestros males fueron gestados por las acciones de los gobiernos de la monocorde cuerda política que sucedía a sí misma. Las crisis que rompieron el idílico paisaje que envolvía a la nación, de acuerdo al discurso gubernamental, se inició silenciosamente en 1965 con el fin del crecimiento económico sustentado en la tierra disponible y la mano de obra barata. Hizo su estruendosa y miserable entrada espectacular con la severa crisis de 1973, debida a los aumentos de precios de las materias primas, que afectó la producción interna del petróleo y frente a la cual el gobierno no supo como responder y perdió, en tanto salida de flujos ilícitos, el equivalente al 4.4% del PIB. Eran los inicios de lo que más tarde llamarían globalización de la economía, y el gobierno, en lugar de tomar el camino de pertenecer al mundo, escondió la cabeza, creó un Centro de Estudios del Tercer Mundo para fustigar la internacionalización de las cadenas productivas y pretendió fortificar la cerrazón de nuestra economía.



En 1976 la crisis fue por la balanza de pagos, que produjo una fuerte devaluación de nuestra moneda y el inicio de la espiral inflacionaria. Las pérdidas por flujos ilícitos que abandonaron el país fue de 5.6% del PIB. En 1982 estalló la crisis de la deuda, quebró el país, perdimos la tranquilidad para los negocios e inició la debacle financiera. Nos saquearon nuevamente y el país perdió en flujos ilícitos 5.3% del PIB. Para 1986 se produjo una nueva crisis del petróleo y los flujos ilícitos se elevaron a 8.1% del PIB. En 1994, con la llamada crisis del peso, o error de diciembre, o Efecto Tequila, los flujos financieros ilícitos acumularon 3.8% del PIB. El país perdió sumas fantásticas de dinero por la salida de flujos ilegales, pero también legalmente perdió fabulosas cantidades de bienes o activos, empleos, recursos humanos, tranquilidad y seguridad: se multiplicaron por millones y aceleradamente los pobres y se cancelaron, también por millones, las expectativas de por lo menos tres generaciones de seres humanos. Ahora debemos sumar las pérdidas de la crisis mundial, que para México significaron la salida de flujos ilícitos equivalentes al 8.8% del PIB. Todo esto sin considerar el lavado de dinero de las actividades ilegales. (Dev Kar, México: Flujos Ilícitos, Desequilibrios Macroeconómicos y la Economía Sumergida, Global Financial Integrity, enero 2012.).



Ese es nuestro pasado presente. No son rencores o las sombras de las equivocaciones, promesas incumplidas y mentirosos discursos gubernamentales. Son unos cuantos seres humanos con fortunas cuantiosas y otros millones en la pobreza que no podemos echar al olvido, no debemos eludir ese pasado porque forma nuestro presente y con él convivimos diariamente.



La desigualdad inicia con la alimentación, afirmaba y lo demostraba F. J. Clavijero. Esta expresión de la desigualdad demuestra, a simple vista, los efectos de una sociedad enferma, una sociedad saqueada, desorientada, que ve el futuro como huída y parece incapaz de ver en su pasado inmediato las causas de su situación actual. La Cámara Nacional de la Industria del Vestido realizó una investigación, que incluyó Veracruz, mediante una encuesta y trabajo de campo sobre dimensiones antropométricas, titulada  «¿Cuánto mide México?, el tamaño sí importa» para construir un Índice de Masa Corporal actualizado de los mexicanos, hombres y mujeres. «Tiene México sobrepeso de mil millones de kilos» tituló El Universal (8/II/2012) su nota para llamar la atención sobre este grave problema nacional. La investigación fue realizada con fines empresariales y económicos, «para evitar desperdicio de materia prima y acumulación de inventarios. «El mexicano promedio pesa alrededor de 70 kilos y mide menos de 1.65 metros. Más allá del punto de vista estético, esta combinación es importante porque representa sobrepeso… un Índice de Masa Corporal riesgoso para la salud…, Margarita Vega, Pesan mexicanos siete kilos de más, Reforma, 8/II/2012». La gordura vista como resultado contrario a la salud y la bonanza, como uno de los efectos de la desigualdad.



La contraparte de esta investigación la ofrece el Consejo de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. A pesar de que entre 2008 y 2010 «se incrementaron las coberturas básicas de educación, acceso a los servicios de salud, calidad y espacios de la vivienda, los servicios básicos en las viviendas y seguridad social, ésta última especialmente en la cobertura de la población adulta mayor… La población en situación de pobreza ascendió a 52 millones de personas (46.2% del total de habitantes) en 2010, lo cual representa un aumento de 3.2 millones con respecto a 2008…”. El incremento del número de personas en situación de pobreza estuvo relacionado básicamente con el crecimiento de la población que carece de acceso a la alimentación… así como la reducción del ingreso real de los hogares… y la fluctuación constante de los precios de los alimentos”. (ibíd.).



La pobreza alimentaria se traduce en desnutrición, en falta de alimentos, en detenimiento del desarrollo cerebral de los mexicanos famélicos. Sin un cerebro en buenas condiciones, desaparecen las ventajas del bono demográfico, pues el capital humano es, centralmente, un cerebro capaz de sostener la evolución de cada persona. Sin alimentos la fuerza laboral languidece y resulta incapaz de aumentar su productividad, su competitividad, y por ende, sus ingresos: el círculo infernal de la verdadera pobreza. En México, El Gordo y el Flaco no son los referentes de los famosos cómicos norteamericanos, ni de los mexicanos Viruta y Capulina. Son las dos caras de un saqueo, de una tragedia, son las caras de la moneda de la desigualdad.



El estado de Veracruz ocupa el primer lugar en el incremento del número de pobres. En 2008 representaron 3.86% y en 2010 4.45%. La prensa hace escándalo sin análisis. «hay dos estados, apunta el veracruzano Macario Schettino, que aportan más de 20% de los pobres: Estado de México con seis y medio millones y Veracruz, el estado del gobernador que manda efectivo por avión, con cuatro y medio millones. Nada más 11 millones entre estos dos estados…Tampoco hay comentarios acerca del crecimiento de la pobreza extrema de estas dos entidades: 200 mil mexiquenses y casi el mismo número de veracruzanos se sumaron a la pobreza extrema en dos años, mientras que la cantidad en el país se mantenía estable. El Universal, Pobreza Política, 10/II/2012».



Esta desoladora realidad sucedió ante nuestros ojos. Los pobres en pobreza alimentaria y extrema pobreza crecieron en número mientras el Gobierno del Estado recibió los presupuestos federales más altos de su historia. Aumentó la desnutrición, la falta de acceso a los alimentos y también la gordura por dietas inadecuadas, mientras el Gobierno del Estado incrementó hasta niveles irracionales la deuda pública que todos pagaremos, los que comemos y los que no tienen para comer, los flacos desnutridos y los gordos anémicos, sin que exista en contrapartida mayor bienestar individual y colectivo. La desmemoria sobre nuestro pasado presente, sobre nuestro presente sin salidas por un pasado inmediato de desastre, es la más dañina de nuestras debilidades ciudadanas. No cedamos frente al impulso promovido por los medios de comunicación de alentar la cultura del olvido, la cultura del elogio al poderoso en turno y la cultura de culpabilidad al otro, todas contrarias a la cultura ciudadana y a la lucha de la memoria contra el olvido. Este es el círculo infernal del vasallaje, contrario a la espiral de la dignidad democrática. Usted elija en cuál quiere vivir.








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Las prisas…
 

Por Francisco Montfort Guillén


Venga, mire, pase, vea lo que le estoy ofreciendo. Acérquese, yo no le vengo a decir mentiras. Yo no le vengo a engañar. Póngase acá de este lado, mire, por acá señorita, señora, ama de casa. No más háganme cancha, atrás de la raya que estoy trabajando, hágase a un lado que voy a trabajar. Abran el círculo para que todos vean, se enteren que aquí no hay trucos, mire, todo es real, compruébelo con sus propios ojos. Que no le digan, que no le cuenten, que no lo sorprendan señor, joven, abuelito.



Aquí yo les voy a mostrar unos productos, mire, que curan todo, pero no son productos milagro, como dicen en la televisión, no, no, no: vea, se trata de un Kit. completo para hacer frente a las prisas y ver la vida con optimismo. Vea, sin compromiso alguno, mire lo que le vengo mostrando, señor, señora, no es un engaño, no, mire, compruebe con sus propios ojos, sus propios oídos que lo que le vengo ofertando por el módico precio de su voto y su confianza. Este Kit. le cambiará la vida, no, no lo voy a engañar, ni quiero hacerme millonario, mire, yo me gano la vida honestamente.



Dígame señor, señora, señorita, joven, ¿a quién no le han agarrado las prisas? ¿A quién no se las seguirán agarrando? Sin albures ni malos pensamientos, honorable público, yo les voy a mostrar frente a sus propios ojos estas invenciones mexicanas, auténticamente nacionales, fruto de la calidad educativa de nuestra universidad y de la distribución social del conocimiento, mire, lo que verá a continuación es la revolucionaria manera de invalidar las teorías del la luz y del sonido, de una manera práctica, sencilla y eficiente.



A ver dígame usted, señorita, usted jovencito, ¿son novios? No, no se sonrojen, miren ustedes, yo les vengo a ofrecer confianza y optimismo. ¿Le ofreció usted la rosca y le salió el niño? Ya no hay de qué preocuparse, mire, para eso vengo a decirles que en este momento el primer factor para que usted deje de preocuparse es que ustedes están frente al mejor método, el más experto en fabricar tamales que acompañan la petición del milagro. Señorita, joven: que no les ganen los miedos, porque la Virgen de la Candelaria tiene milagros pa´todos. Recuerden incrédulos queloque se le ofrece a nuestra Santa Patrona, con devoción sincera, es efectivo para que se nos cumplan nuestros milagritos. No, no se preocupe usted trabajador, estudiante, ama de casa: los milagros que se le piden a La Candelaria si los hace efectivos, pues son el testimonio y contraparte de que las riquezas ofrecidas, cuando se levanta al Niño. Son acciones que están santificadas pues son cobijadas por la milagrosa oración «que no/que no/ que no quede huella».



Vea usted curioso público que me honra con su presencia lo sencillo que resulta vencer las prisas. Escuche usted bien. Pa´todos los que les ganan las prisas y padecen de sueños húmedos, de eyaculaciones precoces, pa´ los amantes del «rapidín», de los matrimonios al vapor, pa´ los posmodernos amantes de la comida rápida y para los afectados por la comida contaminada y sus consecuentes «seguidillas», pa´ los que viven con el vértigo de la rapidez de una vida posmoderna. Este es un Kit. sensacional y al alcance de todos. Si ya sabe hacer los tamales, lo primero que necesita es una madrina, una buena madrina que tenga el título, aunque no sea maestra, para que dirija su humilde sindicato. Usted no se preocupe si no le enseña a leer, escribir y hacer los números. Eso es cosa del pasado gracias a la educación a distancia, el modelo flexible y el programa aula. Lo importante es que su madrina lo ponga a dirigir un partido, no de futbol, sino político. Y lo apoye para ejercer el poder, que no el saber, que éste, ya a nadie le importa.



Es gracias a la audacia que proporciona la ignorancia que usted puede desplazar objetos materiales venciendo la velocidad de la luz y del sonido. Cómprese un par de maletas de llamativos colores, llénelas a reventar con papeles coloridos, que pesen mucho. Piense en una gran metrópoli con todos los servicios comerciales, bancarios, financieros. Lo que usted va a lograr supera con mucho a las fantasiosas aspiraciones científicas de lograr la tele transportación de la materia. Ponga, detrás de cada maleta, una persona fuerte y de su confianza pa´que las suban a un avión. Antes de que su avioncito despegue a la ciudad que usted eligió, viene lo bueno. Por tan sólo la módica acción de que usted me brinde su voto y su confianza, yo le voy a revelar el milagro de La Candelaria. Mire, aquí no hay truco ni hay engaño. Justo en ese momento, le llama por su celular o por su Nextel, al que más confianza le tenga, a un amigo millonario (pa´que valga la pena la jugada). Le apuesta que usted es capaz de realizar una acción que dejará con los ojos abiertos a todos los científicos del mundo. Usted le asegura a su amigo que posee un método de entrega de mercancías expreso que es más rápido y seguro que las emisiones de información que se transmiten por esos aparatos arcaicos que les llaman computadoras.



Confirmada la apuesta, (la cantidad a apostar en devaluados pesos mexicanos, se la dejo a su consideración) usted le pide a su confiado y millonario amigo, que le deposite la suma acordada en su cuenta bancaria. Acuerdan el momento exacto para que, cuando su amigo realice la operación bancaria, usted les apriete a sus mensajeros ahí donde el oso se hace bolas, para que salgan disparados a dejar su encargo en vuelo súper-rápido, pasen los controles, lleguen a entregar los papeles y, además le asegura usted que, como esos papeles tienen que ser arrojados desde el aire en la fiesta de La Patrona, acá mismo, ese mismo avión traerá de regreso el confeti de colores para alegrar las festividades. Todo esto lo podrá usted hacer mientras la lenta transacción bancaria que realiza su amigo confiado y millonario, tardará días y días completos sin que en su cuenta aparezca el dinero de la apuesta.



Este es el Kit. que yo le vengo ofreciendo, señor, señora, señorita, joven. Sin ningún esfuerzo aparecerá, mucho tiempo después, pero con toda seguridad, en su cuenta bancaria, dinero constante y sonante, es un decir, porque usted más bien dispondrá de dinero legal, seguro, insospechadamente limpio que podrá mover mediante tarjetas de crédito, cheques y toda esa bola de papeles bancarios cuyo manejo es tan lento y engorroso. Pero mi oferta no para con todas estas maravillas. Lo que yo le ofrezco como pilón es un manual para convertir en héroes a los que hacen transacciones fallidas, un manual para autoinmolarse como víctimas y un grupo numeroso de periódicos y periodistas dispuestos a construir cortinas de humo y a culpar a sus críticos por hacerle una campaña sucia de desprestigio por estos experimentos científicos. También es deagrapas este frasco con corchos húmedos. Con ellos puede prepararse un tesito o usarlos, para que usted se lo coloque, según instrucciones anexas, en donde crea conveniente, si es que le siguen ganando las prisas.



 Si a cambio de su voto en las próximas elecciones y de su confianza, usted no quiere hacerse de este fabuloso producto que le vengo ofreciendo. Si usted es de los que creen todavía que la información viaja más rápido a través de datos codificados mediante emisiones de luz, eso significa que usted no vive en la modernidad local, no cree en los milagros, no tiene confianza en su amigo millonario, o no tiene amigos millonarios, o no tiene una madrina maestra que lo proteja, o usted si sabe leer, escribir y hacer números. Si es su caso, usted no se preocupe, señor, señora, señorita, para usted traigo este otro producto, mire yo no vine a engañarlos ni a decirle mentiras…
































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Astronómica, gastronómica



Por Francisco Montfort Guillén



De la satisfacción de necesidades básicas a la satisfacción de necesidades estéticas. De la caza y la recolección a la domesticación de la reproducción de animales y plantas. De la producción alimentaria de subsistencia a la abundancia autosuficiente y al dominio de los aparatos reproductores mediante el conocimiento genómico. La evolución es astronómica. No obstante, existen sociedades que mueren por falta de alimentos y otras que mueren por excesos alimenticios.



La alimentaria es la producción clave en y para la vida. La cadena agroalimentaria es posiblemente el complejo de actividades humanas más universal y al mismo tiempo el más local. Une campo y ciudad, mercados internos e internacionales, ciencia y tecnología, producción y mercadotecnia, salud y enfermedad, placer y muerte. La comida es cultura que se ingiere y que es convertida en naturaleza humana. Somos, en buena medida, lo que comemos y cómo lo comemos. También, por supuesto, lo que bebemos. En otros términos: el genoma social llamado cultura nos entra por la boca.



El aparato digestivo, al igual que el «exocerebro» (este último concepto es de Roger Bartra), son los mecanismos mediante los cuales la naturaleza humana define los rasgos culturales de los pueblos. Nuestros sentidos, nuestros alimentos, nuestra visión del mundo es diferente a la de los rarámunis seminómadas de Chihuahua, o a la de los coras o la de los chamulas, tanto como es diferente a la visión y cultura de los franceses, italianos y españoles.



Si bien es cierto que la sociedad globalizada ha uniformado ciertas prácticas alimenticias, como la ingesta de comida rápida y de comida chatarra, aún persisten originalidades culinarias que conforman la singularidad de sociedades y de culturas. En la comida rápida no es lo mismo comer algunos insectos, como los chinos en sus calles, que las hamburguesas o los hot-dog de los gringos o los tacos de los mexicanos. Lo mismo que la infancia, la comida es destino. Pero éste último puede bifurcarse en cuantas «Guías de descarriados; Fuentes Mares dixit» puedan escribirse para orientar los caminos del buen gusto y del placer inocuo del buen comer y el buen beber, que suman lo que significa el buen vivir.



La buena gastronomía ha sido convertida en parte de esa actividad económica revolucionaria, promotora de la sociedad moderna, que ingleses y franceses nombraron turismo, que es a los servicios lo que la industria es a la producción masiva de bienes. Si los franceses, de inteligencia aguda, indican que en la solución de un delito hay que «seguir a la mujer», con esa misma agudeza se puede decir que si se busca el placer seguro, hay que «seguir a la buena comida». Sin duda los franceses han llegado a la sublimación de su gastronomía, al nivel de otorgarle un estatus de obra de arte, pues conjugan en ella, además de los sabores auténticos y los maridajes sublimes, la estética del diseño de los platillos, la adecuación de los servicios de mesa a los platillos a servir, junto con las bebidas adecuadas acopladas en un ritmo que permiten la degustación y la conversación acompasadas  a escala del placer humano.



Por estas mismas rutas han caminado los vascos y los catalanes en España. Han podido crear, con evidente influencia francesa, una comida original y auténtica. Son los portadores de la gastronomía artística de la Península Ibérica, sin que esto signifique que los platillos de Aragón y Castilla hayan perdido méritos. Sin embargo, en Vasconia y en Cataluña han sido erigidas rutas culinarias que impulsan el turismo, lo guían y no sólo lo acompañan.



El ejemplo cunde en otros países en los cuales la punta de lanza son los viñedos que ofrecen sus caldos acompañados de degustaciones culinarias para aportar nuevos saberes en maridajes insólitos. Así es en Chile y en Argentina, si bien sus cocinas no gozan de gran fama. En Perú, con una cocina premiada internacionalmente, son sus platos originales el Lazarillo que guía a los descarriados por los senderos del placer. En México cobran relevancia las rutas del vino en Baja California, en donde las catas de vino y los festivales gastronómicos reúnen a varios miles de personas de diferentes regiones del país y del extranjero.



En estos menesteres me he encontrado con buenos maestros del arte culinario y que gozan el placer de beber y comer según los cánones de Maimónides y de Balthazar. Rogelio Humberto Figueroa y Juan Antonio Nemi Dibb; por supuesto Ernesto Aguilar Yarmuch y su insustituible Silvana: Luz Angélica Gutiérrez y su inseparable Octavio Gil; el poeta Ángel José Fernández, quien publicó con Georgina Trigos libros altamente valorados de cocina regional, y algunos, no muchos, más.



Lo que resulta sorprendente es la ausencia total de ideas y de políticas públicas para colocar la gastronomía veracruzana como referente de la cultura nacional  y como atractivo turístico local. Por supuesto, como dice Ferran Adriá, el famoso y artístico chef, dueño del Bullit la creatividad en la cocina es intransferible, lo mismo que el buen gusto y la capacidad de sentir y vivir el placer de la buena mesa. ¿Cómo intentar hacer algo serio en Veracruz respecto al turismo gastronómico, sin políticas de seguridad alimentaria, que impidan las terribles y frecuentes infecciones estomacales, que se llegan a adquirir en nuestro estado con tan sólo mirar los alimentos; y con el mal trato que prodigan meseros y capitanes y las alteraciones de las cuentas? Así no puede construirse una cultura gastronómica digna de ese nombre, por más restaurantes que se abran con altos precios, comidas mediocres y vinos de precios estratosféricos. Ya lo entretuve. Mejor vaya a comer sabroso y sano. Dejemos el mundo en paz.














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«Nomás la puntita…»: de insinuaciones y propuestas indecorosas

Por Francisco Montfort Guillén

En México la ley es una insinuación, me afirmó contundente el doctor José Luis Soberanes cuando le interrogaba sobre el estatus de la legalidad en México. Con esa frase titulé la entrevista que fue publicada en la Revista Confluencias, la primera orientada y especializada en cuestiones electorales y políticas en el estado de Veracruz. En ese entonces, el académico era el director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Después ocuparía puestos de mayor relevancia nacional, incluida la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en los cuales demostró que su antigua conceptualización de la ley en México es una realidad tangible que afecta seriamente nuestra convivencia y desarrollo.

Suman millones de personas en el mundo para quienes las leyes son una especie de recurso mágico o la representación de la voz divina que actúa como Deus-ex-machina para modificar una realidad que nos resulta inadmisible. Así, en Estados Unidos, en muchos estados han sido elaboradas leyes que impiden la enseñanza de la evolución de la vida con base en las obras de científicos que aportan sólidas bases sobre las transformaciones, mutaciones y modificaciones de la naturaleza que explican nuestra existencia. Dichas leyes, por el contrario, exigen la explicación de la creación del universo como fruto de la obra de una sola divinidad. En ese país, ahora, se empieza a legislar para evitar que se enseñe a niños y adolescentes sobre las causas y efectos del cambio climático en tanto fenómeno impulsado por las acciones del hombre y su manera de producir y consumir mercancías: las leyes como protectoras de la huída hacia adelante.

En México también otorgamos a las leyes un poder sobrenatural. Imaginamos que promulgándolas modificaremos las conductas que sabemos son contrarias a nuestro progreso. En adición, aquí tenemos otras creencias que provocan una realidad esquizoide. Las leyes en general no tienen como propósito regular las conductas en aras del interés colectivo. Las leyes son la expresión de los deseos del poderoso. Y por ende, son leyes que se elaboran en contra de alguien. Carecemos de ejemplos permanentes de legislaciones exitosas que sean fruto de acuerdos políticos y civiles en aras del bien común.

El juego que todos jugamos en México es hacer creer que aceptamos las insinuaciones del aquí y el ahora («te juro que nos casamos») por un interés genuino y no por las circunstancias a que nos obligan o nos deleitan en determinado momento. A los mexicanos no nos atormentan las mentiras ni los incumplimientos (ni es «sólo la puntita», ni hay bodas) y por el contrario parece que encontramos profundo placer en la transgresión del orden jurídico: respuesta auténtica de autodefensa, una especie de anticultura autoritaria o de resistencia frente al autoritarismo del Estado, de la familia y en general frente a toda forma o institución de poder. Así hemos vivido hasta ahora, pues hemos sido incapaces, desde al menos 1997, de construir un régimen auténticamente democrático en donde las leyes sean el fruto de acuerdos civilizadores que promuevan su cumplimiento espontáneo y masivo y los castigos a las transgresiones sean realmente disuasivos, porque contribuyen a erradicar la impunidad y porque promueven que las mentiras, las falsas promesas y los incumplimientos sean considerados indignos y en su lugar sean instituidos como valores la formalidad, el respeto a las leyes, la verdad.

La violencia y la inseguridad delincuencial que vivimos son la otra cara de la misma moneda de la ilegalidad, la transgresión y la impunidad de nuestro sistema político electoral. El galimatías del sistema jurídico político-electoral es directamente proporcional a las mañas, picardías, chapuzas que desde siempre han acompañado el juego para acceder y detentar el poder en el sistema político fundado por las facciones triunfantes de la llamada Revolución Mexicana. En la guerra electoral de 2012 seguramente no habrá los 50 mil muertos de la lucha entre carteles y en contra de autoridades, pero si habrá millones de damnificados por una batalla que no respetará la legalidad establecida.

¿En verdad cree usted que el galimatías jurídico impide el desarrollo de la contienda política por el poder presidencial? ¿Realmente piensa que la situación actual en torno a los debates, la spotización de las campañas, las guerras sucias, las limitaciones al libre juego de las propagandas partidistas es resultado de la elección del 2006 y la reforma subsecuente? Pues lamento desilusionarlo, porque en realidad los partidos y candidatos jamás han dejado de hacer sus tranzas o transgresiones o astucias o chanchullos, como usted quiera llamarlos. Si existe un candidato experto en darle la vuelta a las leyes ese es Andrés Manuel López Obrador, con un PRD que maneja ya con destreza las transgresiones legales. Si existe un partido súper-experto en violar y servirse de las leyes de manera soterrada y hasta de manera hipócritamente elegante ese es el PRI, cualquiera que sea su candidato. Si existe un partido burdo pero sumamente aplicado en las mismas artes ese es el PAN. Si existen partidos descarados y cínicos en la transgresión de las normas enumere aquí a todos los partidos pequeños moral, política y electoralmente.

Las leyes electorales «democráticas» se elaboraron en contra del PRI y desde el año 2000 para frenar el poder del PAN. Todos los partidos y candidatos violan las leyes que sus diputados aprueban. Y es así por razones culturales. Las leyes han sido convertidas en guillotinas, como las manejan las televisoras, en proposiciones indecorosas, más que en insinuaciones de buena conducta, como las manejan los partidos. Y como las asumen muchos ciudadanos, que no respetan las leyes de tránsito, de construcción y cualquiera que se interponga entre su santa voluntad y las molestas legislaciones. Joaquín López Dóriga, molesto porque el TEPJF lo enlista entre los periodistas que presuntamente violaron las leyes electorales, escribe desafiante y estúpidamente que no se presentará a declarar sino es frente a un Ministerio Público o ante un juez, ignorando en que el Tribunal Electoral Federal, quienes reciben las quejas o recursos, los interpretan y proponen exoneraciones o sanciones son jueces. El periodista prepotente desprecia las leyes y a los jueces electorales por las mismas razones que se han expuesto en esta columna. Y eso que  le mostraron «nomás la puntita» legal.



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