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Deliberación

Seguridad: ¡Son las relaciones…!



Por Francisco Montfort Guillén


 


En el México de nuestros días, la violencia criminal se ha convertido en un hecho social total, según la concepción de Marcel Mauss. Un fenómeno o un proceso entretejido con diversos niveles de organización en distintos niveles de realidad. Su cabal comprensión y, por lo tanto, su posible solución, exige una aproximación intelectual no sobre los hechos de violencia; o sobre el trasiego de drogas, armas y personas; ni siquiera en torno a las decisiones y acciones de las autoridades.



Un hecho social total está entretejido por factores económicos, psicosociales, políticos, culturales a escalas local, nacional e internacional, con acciones de seducción, coptación e imposición en actividades placenteras y dolorosas, financieras y comerciales, ilegales y legales que unen las vidas rural y urbana. Deshilvanar este tejido social puede ofrecernos el conocimiento de cada uno de esos hilos e incidir aisladamente sobre los mismos. Este conocimiento especializado provoca el desconocimiento del funcionamiento del tejido conjunto.



Por supuesto que el asunto de fondo no es la aprehensión intelectual de este complejo problema. Sus negativas repercusiones sobre la sociedad mexicana imponen la exigencia de actuar con urgencia y solvencia. Pero no se puede, ni se debe tratar de correr delante de los problemas. Esta actitud tan latinoamericana, tan mexicana de empirismo inmediatista es, acaso, la crítica más pertinente que puede hacerse a la política puesta en práctica por el gobierno de Felipe Calderón y a las acciones aisladas y timoratas de los ejecutivos estatales.



Como sea, las políticas públicas en torno a la seguridad pública han carecido de atingencia, vale decir, que sus acciones no consideran las relaciones, conexiones y correspondencias entre los actores de la barbarie de cada día. Centrarse en la conducta de los sujetos involucrados significa aislarlos de su contexto y tratarlos como personas intrínsicamente buenas o malas, actores exclusivos de la legalidad o de la ilegalidad.



Para nadie medianamente informado resulta una incógnita el proceso mediante el cual una actividad marginal se ha convertido en el centro de la vida nacional. Las autoridades deben contar con información precisa, sobre los principales actores que en el Antiguo Régimen colaboraron para hacer transitar la criminalidad desde un conjunto de acciones aisladas hacia una actividad sistémicamente organizada. Una prueba de este carácter sistémico lo proporciona la revista francesa L´ Express que resalta no sólo el status millonario de Joaquín Guzmán, “el personaje 41 más influyente del mundo” con sus 1,000 millones de dólares (igual que Alfredo Harp Helíe), sino también, su cirugía plástica y sus ligas con 3,500 empresas legalmente constituidas (Juan María Alponte. El Chapo en la prensa francesa. 19/agosto/2010).



Las críticas a la política seguida por Felipe Calderón lo obligaron a realizar un alto en su camino y evaluar. De las reuniones por él convocadas las más pobres en ideas resultaron las efectuadas con los representantes de los partidos políticos y con líderes partidistas parlamentarios. Nada nuevo. La única constatación pública de esas reuniones es que el PRI no lo apoyará en nada el resto del sexenio, a menos que los tricolores obtengan cono canonjía el libre regreso a Los Pinos. En términos positivos y propositivos, las reuniones resultaron más bien decepcionantes. Propiamente las sugerencias realizadas apuntan a tareas que ya realiza el gobierno federal. El problema mayor parece ser la calidad con que se realizan dichas labores. Pero sin duda la carencia mayor es que, finalmente, prevalece una visión reduccionista y aislacionista de los problemas. Visión que pretende ser corregida por “políticas verdaderamente de Estado” o “políticas verdaderamente integrales”. Y la integralidad para los críticos significa agregar y agregar acciones que creen olvidadas o menospreciadas como los servicios de inteligencia sobre los malosos y sobre el lavado de dinero.



Un hecho social total o un hecho complejo no se puede resolver así. No es una cuestión de más balas, más “inteligencia criminalística” y más castigos legales. Las acciones omniabarcantes empiezan con un estudio de los componentes y, principalmente, de sus relaciones. Son las relaciones sociales las promotoras de la impunidad, de la corrupción y de la trasferencia de los actores del bando gubernamental al bando criminal. Por este proceso de cambio de actitudes y acciones de la legalidad a la ilegalidad de las autoridades públicas es que han sido borrados los límites y las esferas de acción entre quienes representan el bien público y quienes encarnan el interés privado delincuencial. Es esta nueva organización la que debe ser desmantelada.















 



















































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