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¿México verde?… está verde

Por Francisco Montfort Guillén

De la caza de animales y la recolección de vegetales, el ser humano transitó hacia la domesticación, protección y posteriormente hacia el dominio de la reproducción de animales y plantas, para finalmente desembocar en la manipulación genética de sus aparatos reproductivos. Su dominio territorial acompañó esta aventura que forma parte de lo que llamamos cultura, civilización: cultivar.

Conforme a este proceso, los conocimientos y los medios tecno-científicos posibilitaron el concepto del dominio de la naturaleza como empresa científica, como objetivo cultural o civilizacional. Las acciones de esta aventura produjeron, al mismo tiempo, destrucciones y producciones de naturaleza. Las primeras, aunque evidentes, no inquietaron a las sociedades mientras no vivieron esas afectaciones como limitaciones y peligros a su propia existencia. Las sociedades destruyen a la naturaleza y ahora la naturaleza retroactúa y pone en peligro la sobrevivencia de los seres humanos. Por su parte, las acciones de producción y reproducción de la naturaleza, aunque positivas, insustituibles y urgentes han quedado rezagadas respecto a las necesidades humanas de sobrevivencia y expansión y a las acciones de reparación de daños ecológicos.

Las acciones que afectan nuestra biosfera, nuestro hábitat proceden de dos grandes determinaciones. Unas evidentemente bárbaras, como las actividades cotidianas de la sociedad civil que ensucian y destruyen ríos, lagos, mares, bosques, campos de cultivo. Del mismo tenor, acciones del Estado, como la destrucción de las selvas en México para ampliar las fronteras agrícolas, desmesura de Luis Echeverría al constatar que el modelo del desarrollo estabilizador sucumbía, en buena medida porque el (milagro económico mexicano)  jamás obedeció a la competitividad y productividad del sistema, sino a la incorporación masiva de tierras ociosas y mano de obra descalificada y desocupada.

Otras acciones dañinas provienen de la producción de bienes y servicios considerados como «avances» y cuya introducción en la vida productiva se revela posteriormente con afectaciones al medio ambiente. Tal vez el ejemplo paradigmático en nuestra sociedad sea la sustitución de los envases de papel y vidrio, bolsas y botellas, por plásticos. Éstos modificaron la industria del empaque de bienes, redujeron costos de producción y envase, ayudaron al transporte y distribución de mercancías, generaron en fin, nuevas industrias y crearon riquezas como empleos y salarios para trabajadores y ganancias de empresarios. En contra, los plásticos contaminan e invaden todos los espacios naturales y sociales, por lo menos en México.

En ambos ejemplos puede alegarse que las acciones buscaban una solución a problemas y que las intenciones eran buenas. En estos ejemplos existen también datos para testimoniar los daños al medio ambiente, que ahora se revierten en contra de nuestra sociedad. Los ejemplos y contra-ejemplos pueden multiplicarse. De igual manera pueden citarse casos en los cuales la ciencia y la tecnología han generado capital natural, es decir, no únicamente han protegido el hábitat, sino que han producido «nueva naturaleza». Sería el caso de las semillas mejoradas, los invernaderos, las producciones de ganados, los logros en piscicultura, las presas y un elevado número de bienes y servicios que existen gracias a la intervención de los seres humanos ampliando los mundos vegetal y animal.

Entre fracasos y destrucciones, entre éxitos y esperanzas ha surgido la idea de construir la «economía verde». El movimiento a escala planetaria cuenta con eventos «Cumbre» que han contribuido a tomar conciencia de los graves problemas ocasionados por la destrucción del medio ambiente y la urgente necesidad de construir «capital natural». Recientemente en México se lanzó un proyecto del gobierno federal que culminará con la formación del Centro de Economía Verde. El titular de la SEMARNAT lo definió de la manera siguiente: (Será un Centro muy dinámico y sencillo con expertos de todas partes. La intención del Centro es ir preparando a las empresas y a nuestra economía para que sea verde, que la balanza comercial sea verde, los empleos sean verdes, que consumamos menos petróleo, que alineemos las políticas a una economía verde) (Sara Cantera, Facilitan apoyos verdes, Negocios, Reforma, 28/IX/2011). En el mismo tenor, el secretario del ramo remarcó la existencia del Centro de Negocios Forestales en la CONAFOR, que pretende crear un fondo empresarial que no dependa de los subsidios gubernamentales, para (crear naturalezas).

El lenguaje utilizado anuncia una nueva época en México, más allá del crédito que nos merezcan estos anuncios y las metas que logren. Vivimos una nueva época. En el mundo han sido registrados 5 mil 529 novedosos proyectos para obtener recursos  del Mecanismo de Desarrollo Limpio, el 79.09% destinado a la región Asia y Pacífico. En México el esfuerzo de los últimos cuatro años ha logrado registrar 694 proyectos. Son grandes proyectos que exigen diseños rigurosos con una base tecno-científica sólida.

En realidad habría que considerar a los miles de esfuerzos que por todo el país realizan personas y grupos preocupados por cuidar la naturaleza, pero con proyectos productivos. Entre los más evidentes resalta el esfuerzo del INFONAVIT para que el 100% de sus créditos incluyan un monto extra para que las casas construidas sean «ecológicas» y por ahora el monto de «Hipotecas Verdes» otorgado, a junio de 2011, alcanza 160, 634 préstamos.
Existen por supuesto muchos problemas. Uno grave, es el relativo con la normatividad. «Y es que lámparas LED, celdas fotovoltaicas, calentadores solares, válvulas externas para llaves de agua, mingitorios sin agua, entre otras tecnologías “verdes”, carecen de normas en México». Las consecuencias son alarmantes: «La falta de normas en el mercado de las ecotecnologías provoca que tanto hogares como gobiernos adquieran productos de baja calidad…» (Nallely Ortigoza, Falta normatividad en ecotecnologías, Negocios, Reforma, 4/X/2011).
Falta mucho por hacer en esta materia. Los ejemplos más publicitados ponen en evidencia que la competitividad, la productividad y las bases de ciencia y tecnología se combinan con una mentalidad directiva de avanzada, sea en instituciones públicas o en organizaciones privadas. Un último ejemplo sirve para constatar las afirmaciones antes expuestas. Este ejemplo corresponde al ámbito de los servicios. Starbucks Coffee  México  busca «transformar los 314 puntos de venta para hacer más eficiente la operación del negocio, reducir costos, así como las emisiones de CO2 al medio ambiente… Iniciará una campaña para que los consumidores se animen a sustituir los tradicionales vasos desechables por termos y tasas para café, a cambio de un descuento de un peso al momento de hacer la compra» (Ramiro Alonso, Starbucks quiere ser  más “verde”, Cartera, El Universal, 6/X/2011). Por esos rumbos corren las nuevas ideas para el desarrollo, mientras en Veracruz, calificado en último lugar en materia medioambiental en los índices de competitividad nacionales, marcha sin rumbo, a la deriva en estas nuevas ideas. Veracruz es verde, pero está verde que construya una economía verde, como está alejado de las tendencias nacionales y mundiales sobre el desarrollo. 


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