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No te engañes corazón: es parasomnia, no realismo mágico


Por Francisco Montfort Guillén

Los cientistas de la politología han actuado con “predimeditación, alevosía y ventosía” según la famosa fórmula laberíntica de Cantinflas. (El lenguaje de Cantinflas. Doscientos. El Universal). Hablando para decir nada, el primer esteta fílmico  de la naquiza prefiguró, desde el título de su primera película, No te engañes corazón, la apropiación de un lenguaje que puede burlar nuestras mentes, pero que se detiene ante la autenticidad de los sentimientos que nos revelan la verdadera condición de la realidad.

Los politólogos científicos nos han brindado teorías acabadas de gran refinamiento o categorías filosóficas para entender la condición mexicana. Están presentes las interpretaciones sobre la fallida modernización. Existen las teorías de la dependencia y el colonialismo interno. También contamos con un casi infinito repertorio sobre la transición democrática. Y se suman a éstas las explicaciones estructuralistas, marxistas, estatistas nacional-revolucionarias, y neoliberales, sobre nuestro subdesarrollo. Pero los cientistas politólogos no esclarecen las causas de la violencia, la inseguridad, el subdesarrollo económico, la debilidad democrática que conforman nuestro presente.

Las causas de la actual condición mexicana pueden radicar en patologías no exploradas y que afectan a nuestras clases dirigentes ¿Qué hipótesis científica puede explicar el caso del diputado perredista, michoacano y familiar que conversa con La Tuta, en un diálogo de fluidez y elocuencia digno del teatro isabelino, y que la izquierda mexicana convierte a Godoy en perseguido político y que la Cámara de Diputados le brinda fuero, después de recibir la protección del Gobernador de Michoacán, de los comunistas ejemplares Acosta Naranjo y Alejandro Encinas?

¿Qué teoría sustenta el mantenimiento financiero de la campaña política de López Obrador y su gabinete legítimo, si ninguno de sus miembros, incluido el Presidente Legítimo, trabaja formalmente? ¿Con cuáles categorías examinar el regreso triunfal de Carlos Salinas de Gortari, la positiva imagen del heredero de Arturo Montiel, la solidez de su incoherencia expresiva y sus campañas de  marketing, de publicidad y de propaganda que no son porque las leyes lo prohíben, que sí las vemos pero que nadie puede comprobar legalmente que existen?

¿Cómo explicar que el país mejora y tiene grandes logros mientras pierde rangos en la competitividad internacional? ¿Cómo entender las buenas maneras como preludio de mejoramiento de la calidad educativa gracias a la melosa relación de Alonso Lujambio y Elba Esther Gordillo, mientras las evaluaciones muestran el retroceso y, cuando mejor, el estancamiento de la educación escolarizada? ¿De qué manera aceptar que el crecimiento económico de las actividades delincuenciales  y de la inseguridad pública es sólo responsabilidad de los malosos de la sociedad civil, si en todos los casos reportados aparecen involucrados o periodistas, o policías, o jueces, o procuradores, o políticos o funcionarios públicos? ¿En qué otro país es posible constatar que los jueces afirmen que las conversaciones reales, grabadas, registradas que demuestran el presunto manejo ilegal del tesoro público, que modifica elecciones, son reales, pero legalmente inexistentes, porque lo que escuchamos es cierto pero legítimamente ilusorio, porque lo que vemos, escuchamos, conversamos es agua seca que moja porque viene de ríos secos y que no se acaba porque si se acaba entonces lo que se secan son los manantiales del Fonden? ¿A ver Chata, cómo me lo explicas sin explicaciones?

¿Será que todos los mexicanos seguimos nucleados, en un estado pre-Big Bang, hacinados en el Chin Chun Chan, célebre cantina de los barrios bajos de Tacuba, atrás del rastro, en donde “sigue inflando” Mario Alfonso Moreno Reyes, a la espera de “primero ir contra las injusticias de la justicia” como estrella de Ahí está el detalle? (Lizbeth Hernández. El Universal. 12/10/10). Tal vez la explicación a nuestras conductas las tenga Reyes Haro Valencia, director de la Clínica del Trastorno del Sueño de la UNAM.

La pertinencia de esta posible explicación científica  esta fuera de duda. Somos millones y millones de mexicanos los afectados por una o varias de las 100 enfermedades del dormir, que desarrollamos “desde el nacimiento hasta la vejez”  como la “somnolencia excesiva diurna… la automatización conocida como narcolepsia… el sonambulismo extremo” males que provocan que las personas se queden dormidas mientras van manejando o están en plena jornada laboral, o realicen intentos involuntarios de suicidios, e incluso impartan clases mientras están dormidos” (Blanca Valadez. Parasomnia). Si nuestra clase política cree y nos quiere hacer creer que vivimos en el paraíso es porque padece de Parasomnia (Blanca Valadez. Milenio, 15/10/10). Por esta condición los políticos, funcionarios, académicos y empresarios actúan de manera inconsciente sus sueños y pesadillas. Los parasómnicos “están dormidos cuando dan clases y realizan la distribución social del conocimiento”. La Parasomnia es el estado de la mente dormida que permite la violencia familiar, los asesinatos, las crueldades de los homicidios de “pozoleros”, “dilapidadores”, “guillotinadores” y demás sicarios.

Tal vez por estrés extremo, herencia genética o desórden sistémico, pero debido a la inconsciencia y automatización, nuestros próceres en el poder “no saben dónde van, cómo llegaron o por qué están ahí” y esto les sucede frecuentemente. Por eso su conducta es defensiva y hasta violenta. (Ibid). Actúan como sonámbulos (“vamos ganando la guerra al narcotráfico” “la ciudad de México es el modelo de desarrollo para todo el país” “tenemos certificados todos nuestros planes y programas de estudio”) y pueden sufrir muerte de cuna (como Ramírez Acuña en la SEGOB), vivir terrores nocturnos (como Cecilia Romero en el INM) y hasta experimentar el orinar dormidos (como…). La realidad parece demostrarnos que la mayoría de los mexicanos padecemos somnolencia excesiva. En resúmen: si no es posible cambiar el Himno Nacional Mexicano, en Veracruz podríamos adoptar, entre bostezo y bostezo provocados por el Himno de mi amigo y tocayo Paco Morosini, las inmortales estrofas de Chava Flores, musicalizadas en su deliciosa canción A qué le tiras cuando sueñas mexicano.






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