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Distribución social del infierno

Por Francisco Montfort Guillén

La distribución social del (des)conocimiento nos aporta otra novedad: el secuestro ya no es una actividad profesionalmente sofisticada, realizada por los excluídos y malvados “mochaorejas” y demás perversos sicarios. Ahora, y gracias a la educación superior pública y gratuita, a las subvenciones a las tiernos personajes de la tercera edad, a la informalización de la economía que respalda la “licitación 21” y la monopolización de sectores económicos , de sindicalistas y de espacios comunes y oficios de los “viene-viene”, que son iniciados familiarmente como “apartalugares” en los teatros de audiencias públicas gratuitas, gracias a estas maravillas de las políticas públicas surgidas del remordimiento de conciencia por tantas transas cometidas por nuestros gobernantes, repito, gracias a todos los beneficios que nos otorga el absolutismo mexicano, hoy podemos confirmar con orgullo que la concurrencia en el mercado mexicano se ha consolidado. Y que gracias a la competencia, las abuelitas preparan escamochas; los abuelitos vigilan azoteas y casas vecinas; las hijas sirven de correos humanos; los hijos ayudan a los padres a señalar y “poner a las víctimas” y en otras ocasiones a cortar dedos u orejas mientras los padres planean y ejecutan raptos.

Sí, mexicanas y mexicanos: por fin podemos ofrecer comentarios sobre una nueva actividad productiva mexicana, auténticamente nacional y altamente rentable; una cuasiprofesionalización que servirá para fortalecer la estima nacional y el orgullo mexicano; y que ayuda enormemente a que México alcance sobre el Crimen Organizado el número 136 entre 139 países evaluados por el Word Economic Forum.

Si, se trata de una noticia “verdaderamente impresionante” que demuestra la competitividad (no universitariamente pública, por supuesto) de las familias mexicanas para hacer negocios. En pocas palabras, he aquí el nuevo “milagro económico mexicano”: el plagio, el secuestro, el rapto es un negocio de familias que le ha sido arrebatado en fiera competencia al crimen organizado. Familias sin valores, ni ética ni moral ni oportunidades de mercado que bondadosamente hacen de sus compatriotas simples personas plagiadas.

La actividad se puede denominar (juanmariaalponte.blogspot.com) “Secuestros mutuos a plazos” y el insigne universitario mexicano lo atribuye, centralmente, a un problema de falta de oportunidades de progreso, carencias de empleos y de bajos salarios. El caso es que según el Instituto Mexicano para la Competitividad el costo del delito y la corrupción es nuestro país es muy alto. Significa 1.8% del PIB ($173,852 mdp) distribuido, en orden decreciente, en pérdidas económicas a causa del delito (56%); gasto en hogares en medidas de seguridad (24%); “mordidas” (16%) y gastos en salud (5%). También afecta la productividad (uno de cada dos mexicanos invierten recursos en su seguridad). Aparte del costo del combate, el costo del narco significa 0.61% del PIB (59 mmdp) debido a la violencia, inversiones perdidas, abuso de drogas y otros problemas, como en Ciudad Juárez: 2660 ejecuciones en 2009; 30% de negocios cerrados; 100, 000 empleos perdidos; más de 8 mil homicidios en 2008. Existen en el país secuestros denunciados y no denunciados y nuevos delitos que antes no se clasificaban y que significan 30% de hechos violentos, además de robo parcial de vehículos, extorsión, robo a casa habitación y robo total de vehículo, fraude y secuestro.

En México pocos delitos son denunciados. De los ilícitos cometidos 23% son denunciados, 3% son consignados a un juez y 2% alcanzan sentencias condenatorias. La probabilidad de condena en México es de 1.9%. En Canadá, 5%; en Estados Unidos, 9.1%; en Argentina 12.0%; en Inglaterra, 22.6%.

Los mexicanos desconfían, principalmente, de las autoridades locales. Más del 80% desconfían de la policía judicial ministerial o estatal (80.5%); policía de tránsito (85.0%); policía preventiva local (83.9%); ministerio públicos locales (85.7%). Y en México no se denuncia por tener miedo al agresor (9%). Ni siquiera por desconfianza (11%). No se denuncia porque la distribución social del conocimiento es una entelequia, un fantasma: ¡47% de los ofendidos no denuncian porque lo consideran una pérdida de tiempo y otro 13% por la dificultad y tardanza del MP! El mexicano, sabio, prefiere autodefenderse que creer en la capacidad de las autoridades. Un ejemplo aterrador. En Chihuahua, antes de que tomara posesión, le asesinaron familiares al gobernador. Y ahora lleva el primerísimo lugar en la relación tiempo de gobierno/número de asesinados. Y ahora trae el conflicto de la ex-procuradora y sus vínculos o conflictos con el crimen organizado. ¿Quién es el culpable: Reyes Baeza o Duarte? ¿Los dos son víctimas? ¿De quién y por qué? La vida no vale nada. Lo bueno para nosotros es que Chihuahua nos queda lejos. Muy lejos. Y César Duarte tiene buena relación con Felipe Calderón. ¿Le irá bien a la tierra de Pancho Villa, de Lucha Villa y de José Fuentes Mares? ¡Qué bonita es Chuhuahua!





















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