Los idus de marzo
Por Francisco Montfort Guillén
La primavera renueva la vida, apunta Perogullo. En consecuencia, marzo es el mes de lo que se va. Los idus no serían en este caso las fechas del calendario imperial romano, sino los actores o elementos que ya no aparecerán de manera habitual. En México, para no hablar de la tragedia japonesa, se fue, al parecer en definitiva, y por decisión del Senado de la República, la penalización de los cuernos, el castigo penal a Sancho o en general el castigo al adulterio. La mejor manera de festejar este abandono, esta partida la encontraron los políticos. Ahora ya no tendrán que esconder sus alianzas y, al contrario, podrán festejarlas.
En esta esquina, con calzoncillos tricolores y vivos verdes y negros en su bata blanca aparece la alianza del PRI/PVEM/PANAL acompañados de sus seconds: Moreira, González y Kawaghi y respaldados por sus managers Elba Esther Gordillo, Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto. En esta otra, con calzoncillos azules y amarillos y vivos blancos y naranjas y rojos en su bata negra se presenta la alianza del PAN/PRD/CONVERGENCIA/PT secundados por Madero, Zambrano, Delgado y Anaya con el apoyo de Calderón, López Obrador, Camacho y Ebrard. La pelea por el campeonato presidencial será a muerte súbita, y con el desenfado de que sus relaciones forman parte del relajamiento moral y político del libertinaje pseudodemocrático, coordinado por el diezmado réferi electoral apodado el IFE.
Los fines que no pudo establecer la teoría fueron impuestos por la conducta real de los protagonistas políticos y sus seguidores. Como no hubo acuerdos políticos de fondo sobre el régimen de partidos, la práctica consiguió expandir las franquicias partidistas para que al final se evidenciara que la estructura presidencial es más rígida en términos de la lucha por el poder y sólo admite a dos grandes protagonistas para que se disputen el cetro. Esta realidad ha dado carta de naturalización a las relaciones impúdicas de los adversarios sin que medie en ellas ninguna consideración ideológica, de ideas y de proyectos comunes.
La alianza del tricolor luce más compacta, menos disruptiva y con un poco más de coherencia a tal grado que ellos mismos se autonombran coalición. Une al único, al mismo PRI de siempre con el oportunista, acomodaticio e igualmente cínico y corrupto PVEM. La trilogía la cierra el más insólito y más lamentable ejemplo de perversión de la vida pública mexicana. El PANAL se construye y se constituye sobre la simulación y corrupción del sistema educativo del país, lidereado por la mujer política mexicana más inteligente, desde el aspecto político, y la más astuta y efectiva del sistema político mexicano, sólo comparable con la notable figura de Fidel Velázquez. Es la coalición del pragmatismo y cinismo sin escrúpulos y sin necesidad de justificación ideológica ni de principios y luchas democráticas.
La alianza de la otra esquina luce menos sólida y con fragilidades estructurales que nacen de una paradoja hasta ahora no explicitada pero fundamental para entender los enredos del régimen de partidos. El PAN no es el único y mismo de siempre, a pesar de su vejez, comparable a la del PRI. Uno fue el PAN de la oposición al régimen y de la construcción democrática y otro es el que logró el poder presidencial y de no pocas gubernaturas y presidencias municipales. Este último, sustentando su ejercicio del poder en el viejo régimen, se ha comportado con casi los mismos vicios que el PRI, con mayor eficiencia pero con una muy lamentable menor eficacia en la puesta en práctica de las decisiones de gobierno. Por su parte, el PRD, el partido que surgió con prisa por hacerse del poder presidencial, presenta los peores vicios del antiguo régimen en cuanto forma de gobierno y vive las eternas divisiones, característica de las izquierdas partidistas. Al final vienen los partidos (Convergencia y Partido del Trabajo) que surgieron con las prisas de acceder a las canonjías oficiales de las prerrogativas y ni aportan ideas políticas originales ni gobiernan con dignidad y, en cambio, dan cobijo a los peores ejemplares de los políticos realmente existentes.
Una contradicción central vino a enredar el sistema político mexicano cual queso oaxaqueño. La finalidad democrática era terminar con el régimen y el partido nacionalista y revolucionario, no así con sus militantes, dirigentes y simpatizantes. Sería de lo más normal, en consecuencia, que para lograrlo se aliaran PAN y PRD para que una vez creado un nuevo régimen se reiniciara el nuevo sistema de partidos. Entre la brega eterna del PAN y las prisas del PRD se coló la idea de que la izquierda sería la heredera natural del régimen nacional-revolucionario que había sido, y en parte continúa siéndolo, representado por el partido que enarbolaba la ideología de la Revolución Mexicana, según lo demostró, magistralmente, entre otros, Arnaldo Córdova. Nunca repararon los perredistas que esta herencia significaba convertirse en los testamentarios de la ideología de la burguesía mexicana, lo cual no tendría nada de malo si se hubiera asumido conscientemente esa herencia.
Si renunciaban a la herencia socialista, como renunciaron a la comunista, lo consecuente era aliarse con el PAN para ocupar el papel del partido conservador de la ideología burguesa de la revolución mexicana (que sigue en gran medida detentando el PRI) y entre los dos dar origen a un nuevo orden en donde a los banquiazules les correspondería la posición socioliberal, una especie de democracia cristiana alemana, pero acorde a ideas modernas mexicanas (que algunas debe haber). O en su mayor virtud, asumir plenamente un ideario socialista moderno y dejar al PAN el papel del partido conservador. Los demás partidos se verían obligados a sumarse a esta oposición.
Las alianzas definen con claridad la necesidad de definir dos grandes campos ideológicos. La realidad nos muestra un PRI que se dice socialdemócrata pero ni sus integrantes ni seguidores lo saben. También a un PAN que siendo demócrata-conservador trata de rebasar a la izquierda ¡por la izquierda! (F. Calderón. dixit). Y a un PRD (y seconds que lo acompañan) empeñado en ser el fiel escudero de la ideología burguesa de la Revolución Mexicana. ¿Quién puede desenredar este queso oaxaqueño-ideológico-político-mexicano?
Por cierto: entre los idus de marzo están las comparsas que acompañaron (¿alguien los recordará?) a Peña Nieto en su magistral reestreno de Los tapados también lloran, obra basada en los argumentos de Fidel Velázquez, bajo la supervisión escénica de Elba Ester Gordillo y Carlos Salinas de Gortari. ¿Alguien extrañaba el teatro tradicional burlesque tricolor? Pues lo tendrá de aquí en adelante.