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Curas milagrosas, ética miserable‏

Por Francisco Montfort Guillén

De la vida rural a la urbana. De la vida doméstica a la emancipación. De la cocina como centro productor de alimentos y reproductor de la vida, a la asepsia culinaria de hornos para calentar alimentos procesados. Del consumo esporádico de la comida sintética en los aviones a su consumo diario en casa. De la invención de enseres domésticos y su producción y compra masivas para facilitar el trabajo culinario y liberar el tiempo de las amas de casa, a su abandono en la vida urbana por la falta de tiempo de las mujeres que trabajan la famosa doble jornada. De la libertad de vivir feliz con nuestra apariencia física a la obligación de asemejarnos a las figuras superesbeltas de modelos de modas y artistas. De la necesidad de usar cremas, perfumes y cosméticos para proteger los rostros y los cuerpo de los efectos del medio ambiente a la obligación social de consumir productos de belleza y de cuidados personales para estar a la moda e incorporarse en el status social dominante. De los kilitos de más como símbolo de felicidad y buena salud al escarnio y rechazo por la obesidad y al sufrimiento de enfermedades del sobrepeso tanto físicas como psicológicas. De la investigación científica para cuidar y mejorar la salud a la búsqueda inescrupulosa de grandes ganancias con la venta de medicamentos. Estos y otros procesos, estas transiciones que han modelado nuevas formas y estilos de vida en las sociedades contemporáneas han creado un complejo de actividades sociales, políticas y económicas que determinan tanto el nivel y calidad de vida de las personas como los ritmos de crecimiento de sectores clave de las economías nacionales e internacionales.

Las triadas buena alimentación/salud/belleza y malnutrición/enfermedad/fealdad  han sido fundidas en una red compleja que entrelaza tanto a la investigación científico/tecnológica y el cuidado de la salud, como las industrias de la moda, alimenticias, estéticas, deportivas, de comunicación/información, del espectáculo y del ocio y diversión. Todas estas actividades, por separado o unidas, constituyen una preocupación para casi todas las personas en las sociedades de todos los países. Y en virtud de su importancia, los gobiernos responsables de la salud pública de las personas y de la economía han tenido que ampliar sus actividades, tal vez invadiendo esferas de decisiones privadas, pero con la obligación de velar por el bien común. Por su importancia en la morbi/mortalidad de las poblaciones bajo su mando, las autoridades municipales, estatales y federales están obligadas a redefinir el concepto de salud pública y diseñar políticas gubernamentales que regulen mercados que, por el momento, transgreden las normas establecidas y los más elementales comportamientos éticos.

El nivel de pobreza más bajo, definido como estado miserable, es el que mantiene a las personas sin capacidades económicas para allegarse la alimentación adecuada. Y este problema será permanente si continuamos pensando que su solución depende por completo de los programas federales de asistencia. La política alimentaria debería ser la primera de todo gobierno municipal y estatal y constituir la base de sus políticas de salud pública. Unos investigadores de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, publicaron en el semanario científico Brtish Medical Journal los resultados de una larga investigación con la cual demuestran que la dieta de los tres primeros años de vida de los infantes resulta crucial para el mejor desarrollo del coeficiente intelectual de las personas. Una dieta poco sana, con altos contenidos en grasas y azúcares, consumida entre los cero y tres años de vida, influyen de manera determinante en las conductas alimenticias de los adultos. Los investigadores concluyen: los efectos cognitivos relacionados con los hábitos alimenticios en los primeros años de vida podrían persistir aunque se cambiara la dieta (posteriormente). ¿Qué sucede con nuestros infantes? Las investigaciones hechas por la SEDESOL arrojan resultados conmovedores. Los niveles de anemia por desnutrición son, a pesar de sus esfuerzos, todavía muy altos. Y los niños desnutridos no llegarán a desarrollar al máximo sus potencialidades intelectuales y físicas. Desde la base social actual, resulta hasta un insulto hablar de la incorporación de México a la llamada sociedad del conocimiento.

¿Qué estamos comiendo? se pregunta José Sarukán, ex-rector de la UNAM, al dar a conocer las cifras estimadas de la Administración de Medicinas y Alimentos, de Estados Unidos, sobre los "cerca de 12 millones de kilos de compuestos activos de antibióticos utilizados anualmente en la industria animal, sólo como elementos preventivos de enfermedades, no para curarlas" en 2001, y 14 millones en 2009. (El Universal, 4/02/2011). En México carecemos de la información precisa sobre estos problemas que también afectan la industria alimentaria de frutas y verduras, todo lo cual provoca serios costos de salud pública. El problema es sumamente complejo, pues la demanda de alimentos crece conforme aumenta el poder de consumo de las clases medias y la producción masiva alimentaria es una exigencia inevitable. Requerimos de más alimentos, pero también de comidas más sanas.

En México se ha regulado tardíamente la venta indiscriminada de antibióticos, como tardía ha sido la reacción de las autoridades frente a la venta seductora de los productos milagro, con una de las publicidades más seductoras, creativas y efectivas que han logrado manipular a millones de mexicanos para que consuman dichos productos milagrosos. El ejemplo paradigmático, que se mueve en los linderos de la ilegalidad y dentro del fango de la falta de escrúpulos, es el caso de la empresa Genoma Lab. En realidad no es un laboratorio fabricante de productos para la salud ni para el cuidado personal. Sólo produce QG5, medicamento originalmente descubierto y elaborado por el IMSS, y el X-Ray y el X-Ray Dol. Su portafolio sin embargo, está compuesto por más de 430 artículos. En realidad Genoma Lab es "una fábrica de marcas combinada con una agencia de publicidad y decorada con la operación de una comercializadora de productos...". No produce medicamentos, pero si anuncios comerciales. En 2009 fue la empresa mayor anunciante en el país, con más de 175 mil anuncios en tv, revistas, radios y periódicos... Genera cuatro comerciales diarios. El área de producción y postproducción es más grande que sus laboratorios y cuenta con un foro televisivo de 5,247 metros cuadrados con la capacidad de lanzar un comercial en tres días... Realiza entre 300 y 400 estudios de mercado al año lo que les da la capacidad de diferenciar completamente sus anuncios... ¿Resultados y sofisticación tecnológica?... ¿"Por qué sale una úlcera explotando (en un anuncio de Unigaztrosol, producto auxiliar para la gastritis)?. Porque esa úlcera dio un incremento (en ventas) al 200%... Han perfeccionado a tal punto el monitoreo de sus anuncios y resultados financieros, que son capaces de relacionar una palabra o una imagen que se muestra en un comercial con el aumento o decremento de las ventas de sus productos... Su fuerza de mercado legal está en el llamado OTC, es decir, Over The Counter, los medicamentos que no requieren recetas médicas, en que habían conseguido de la COFEPRIS un acuerdo para obtener permisos fast track y en las ridículas sumas que pagan por violar las leyes mexicanas. Su dueño/gerente se ufana de menospreciar las críticas y las multas que les impone el gobierno. Cuando Miguel Ángel Toscano canceló ese trato y metió orden en el sector, fue el socio principal de Genoma Lab el que se encargó de recordarle quiénes mandan. En efecto, Televisa es el principal socio de Genoma Lab, el que se encarga de castigar y arrinconar a los funcionarios que pretenden frenar sus abusos y le ofrece, además, los rostros femeninos famosos para seducir consumidores incautos: Thalía, Adela Micha, Lolita Ayala, Rosy Mendoza y quien sea necesaria. (Expansión, 14-20 de febrero de 2011).

El complemento de esta situación es el auge de las llamadas terapéuticas alternativas. Muchas de ellas sólo sirven para calmar las neurosis, sobre todo femeninas. En realidad existe muy poca seriedad terapéutica en estas curas igualmente milagrosas. En Estados Unidos día con día se aceptan los aportes y sobre todo la concepción sistémica de la acupuntura, inclusive en el ámbito de la odontología. En México la herbolaria sigue funcionando aceptablemente bien, aunque en general estas alternativas de curación pueden aliviar, pero muy pocas de ellas sirven para curar, es decir para solucionar problemas en el largo y sinuoso camino del proceso salud/enfermedad/estética personal.  
Miguel Ángel Toscano, responsable de la Comisión Federal para la protección Contra Riesgos Sanitarios, intenta modificar el reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Publicidad para regular los anuncios, usos y abusos de suplementos alimenticios, medicamentos, remedios herbolarios, servicios de salud, belleza y aseo, bebidas alcohólicas y no alcohólicas, así como dispositivos médicos y evitar que famosas y famosos induzcan la creencia de que la ingestión de estos productos  proporcionan a sus consumidores características, potencialidades y habilidades extraordinarias. ¿Ésta es únicamente una responsabilidad del gobierno federal? Pues lo será, mientras los gobiernos estatales y municipales duermen la siesta, se preocupen por tapar hoyos financieros y jalar nuevas ganancias y reduzcan sus intereses a tratar de ganar, desde ahora, las próximas elecciones.

   


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LIBERACIÓN: DEL CELULAR AL YO COLECTIVO

Por Francisco Montfort Guillén

Es  la zona de las más viejas civilizaciones. Agua que corre milenariamente atrayendo culturas para perdurar sobre el polvo del desierto. Monumentos que miran impávidos la agitación de conflictos y contradicciones políticas, pero también económicas y religiosas. Guerras tormentosas que hacen olvidar la comprensión, la clemencia y la tolerancia. Monoteísmos religiosos que crean verdades únicas con dioses envidiosos, celosos, excluyentes. Problemas vivos bajo el subsuelo de la ignorancia que no requieren trabajos de excavación arqueológica para resurgir a una superficie deseosa de vivir las novedades desde lo nuevo: el reencuentro de la humanidad encarnada en  personas hasta hace poco tiempo desconocidas y antagonistas o mutuamente ignoradas.

Su olvido recíproco y el arrinconamiento de los conflictos parecían convertirse en silencio, compañero del mudo lenguaje de los monumentos, hasta que el flujo de la vida vuelve a hacer estallar las voces, el contacto de las gentes, los cantos, los rezos y los gestos de la camaradería. Sólo en el movimiento social renace y se expresa y se reafirma la individualidad y se constituye el nosotros como yo colectivo, que todo lo cohesiona y lo hace actuar como un solo cuerpo. Se deja de ser el creyente religioso, el profesionista, el ama de casa, el anciano o el joven para transmutarse en el activista, el participante, el manifestante, el acompañante que adquiere la nueva identidad efímeramente resistente, del que protesta por un fin común o, más precisamente, el que participa en un acto libertario que redimensiona la individualidad y la identidad de cada quién. El ansia de vivir lo nuevo desde la invención,  en la ancestral tierra, la de los milenios culturales, cunas de la historia del hombre y cunas de una nueva civilización: la del colonialismo moderno que controla el petróleo como producto originario y sustento del tabú de la felicidad de la abundancia.

En estas tierras del origen de las historias culturales irrumpe otra fuerza cultural, producto de la modernidad tecnológica. Es el triángulo que soporta un reciente proceso civilizatorio. Se trata del soporte tecnológico de lo que Manuel Castells define como la variante más reciente del modo de producción capitalista. Es el modelo de desarrollo informacional que conjunta, en la antropología de la nueva economía política, la revolución de la información con las ciencias de la vida, tecnobiología informática que modifica en su raíz el trabajo de, y la comunicación entre, las masas. Es la interconexión ciencia/tecnología que influencia  la robótica y los nuevos estándares de productividad, rapidez y calidad laboral competitiva y, por supuesto, las relaciones interpersonales. Ese poderoso triángulo formado por la telefonía celular y sus cada vez más sofisticados soportes; la internet y las computadoras con potencialidades crecientes; y los buscadores de información, cuya velocidad sólo se compara en sofisticación con las inhumanas, por extensas, bases de datos o bancos de información, es ese triángulo, repito, el que está modificando de raíz la educación, la escolaridad y la sociabilidad.

El norte de África está en ebullición. Explicar esta situación desde la sencillez de los lugares comunes del levantamiento de los pueblos oprimidos contra los tiranos malévolos sirve para calmar conciencias falsas y evitar la reflexión profunda. Pero no ayuda a pensar en las oportunidades de crear un renacimiento civilizador a partir del nuevo modelo de desarrollo informacional que comanda las transformaciones. Sin reflexión, su lugar lo tomará la angustia provocada por el estado de conmoción social y política que vive el mundo. El capitalismo rotura las tierras antes de hacer florecer las nuevas cosechas. Esta premisa de los fundadores del pensamiento/acción del marxismo podría ser de gran utilidad para escapar en este momento de las explicaciones fáciles que ven en el incendio norafricano la benevolente acción de los “hijos del Twitter”.

El florecimiento cultural del continente africano, especialmente en el norte, incluida la convivencia armoniosa de religiones contradictorias debido a su reclamo de unicidad y a su vocación de dominio universal, como sucedió por décadas en Beirut, nunca ha sido acompañado por regímenes democráticos. Y, por otra parte, es necesario recordar que la división política actual es el fruto de la colonización europea, centralmente inglesa y francesa. Más todavía: la descolonización de esta región ocurre paralela con la división geopolítica, ideológica, geoeconómica y cultural de la Guerra Fría. La necesidad de gobiernos con hombres fuertes, alineados con cualquiera de las fuerzas dominantes, y aún los países que pretendían conjuntarse con el grupo de “Los no Alineados”, ha conocido un fuerte desgaste no sólo por la longevidad de los líderes eternizados en el poder, sino también por los cambios internos y los reacomodos del fin de la Guerra Fría.

Olvidar estas situaciones de la realidad de esta zona estratégica por sus riquezas petroleras, sus estructuras de poder culturalmente colonizadas y las divisiones religiosas entre cristianos y musulmanes y éstos entre sunitas y chiítas, provoca la simplificación de atribuir un exagerado protagonismo a las redes sociales y telefonía personalizada. La pregunta obligada es ¿por qué las redes electrónicas y la telefonía celular pudieron jugar un papel relevante y en que consiste ese papel?

El informe mundial de 2010 sobre Desarrollo Humano del PNUD ofrece algunas pistas. En términos del desarrollo humano, es decir del capital humano excluyendo la renta o ingreso per cápita, los países del norte de África y el Medio Oriente han conocido una transformación altamente  significativa. Es esta zona, según la ONU, la que ha conocido el mayor índice de progreso, si bien en términos de crecimiento económico la supremacía se ubica en Asia del Este. De 1970 a 2000, entre los diez países con mayor evolución en desarrollo humano se ubican Omán, Arabia Saudí, Túnez, Argelia y Marruecos. Destaca especialmente Túnez que ha logrado una mayor esperanza de vida que China, lo que significa mejor salud y una mejor tasa bruta de escolarización y mejor calidad de  educación, según el índice del PNUD. Los países mencionados han logrado mayor eficiencia en materia de transmisión de técnicas, conceptos e ideales en materia de vacunación, manejo de agua potable, derecho a educación de calidad, calidad de las instituciones y voluntad política. En Túnez, el legendario Habib Bourguiba introdujo reformas que escolarizaron a niñas y niños en educación primaria; facultó a las mujeres mediante reformas que produjeron, por ley, aumento de la edad de las mujeres para contraer matrimonio, liberó el mercado de los anticonceptivos, introdujo la ley de planificación familiar, legalizó el aborto, ilegalizó la poligamia, concedió a las mujeres el derecho a divorciarse y el derecho a votar y ser votadas. El porcentaje de mujeres universitarias es mayor en Túnez que en México y Hong Kong y ofrece atención sanitaria a toda la población y sus programas de obras benefician especialmente a trabajadores no calificados y, de igual manera sucede con los programas alimentarios.

Existen situaciones similares en Argelia y Marruecos, en Arabia Saudí y en Egipto. Todos estos países han conocido tasas de crecimiento económico promedio del cinco por ciento en los últimos años. Así que la historia romántica de los pobres que no soportan más a sus explotadores debe ser puesta en sus términos reales, En las actuales protestas que convulsionan el mundo árabe existe un componente importante de jóvenes pobres que protestan. Pero el peso mayor de los insurgentes ha recaído sobre los jóvenes con más información, mejor educación, con acceso a los elementos del nuevo triángulo de la productividad. Son las nuevas clases medias, no los desheredados los que exigen otro tipo de gobierno, sin líderes eternos, menos fanáticos en su religión, más tolerantes culturalmente. Las redes sociales y los celulares pueden acelerar las protestas, pueden ayudar a la organización clandestina de la misma manera que ayudan a las autoridades a mantener el poder. La diferencia siempre estará promovida por el efecto demostración de la mejor calidad de vida, de la influencia de la nueva cultura juvenil, de la necesidad de vivir las libertades y no las promesas de los redentores, de los ayatolas religiosos o laicos que creen ser la encarnación del cambio, la rectitud y el progreso. No es la desigualdad el motor del cambio que viven Egipto y los demás países de la región. Sin menospreciar el efecto devastador de la pobreza, una vez más se demuestra que es la libertad, la educación y un cierto crecimiento económico producto del conocimiento,  la educación y la salud el conjunto de elementos que promueven los cambios. Las redes y los celulares, sin la vivencia del nosotros convertido en yo colectivo gracias a las relaciones personales en las plazas públicas, sólo constituyen tecnologías de aislamiento personal y de inhibición de la sociabilidad. El capitalismo rotura el cambio, pero son los seres humanos, en tanto  seres políticos,  quienes lo hacen realidad.





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Periodismo sin victimización. Probidad, no sólo ética.

Por Francisco Montfort Guillén

Alterar el sentido de los hechos. Sembrar dudas sobre la reputación de las personas. Generar opiniones sobre realidades de las que es difícil asir su esencia. Alentar la debilidad del discernimiento para comprender los sucesos de la vida. Propiciar ese sentimiento penoso, esa inquietud y esa angustia irracional que aparece frente al conocimiento riguroso de la condición humana. 

Hablar de sus posiciones, creencias, posibilidades incomprobables. ¿Es posible evitar estas limitaciones?  Por estas y otras cuestiones, el uso de la palabra en el espacio público exige una enorme prudencia en tanto factor insustituible para propiciar la reflexión en quienes escuchan, leen, ven y oyen debatir o expresar informaciones y opiniones sobre los asuntos de la agenda pública. Ese es el dilema ético de los políticos, periodistas, funcionarios y comentaristas de los sucesos de la vida de una sociedad. No se trata sólo de un código explícito, es decir, escrito, documento que no todas las empresas e instituciones públicas redactan, sino de una actitud de profesionalismo y de responsabilidad social, ciudadana y política. En esta conducta cotidiana deben expresarse la madurez emocional, la contención de las pasiones, las preferencias personales o de grupo, o bien su desbordamiento explícito en aras de la defensa de una causa, una verdad, o  de una revelación   (la noticia, la novedad) que exigen de valor y entereza frente a las consecuencias de dar a conocer un dato, luchar por una causa o defender a víctimas de actos injustos. Este es uno de los desafíos que deben asumir quienes ejercen el periodismo.

La pregunta fue directa: ¿usted consume prozac, señor presidente? El periodista, Jorge Ramos Ávalos, miró de frente y a los ojos a Vicente Fox en una entrevista que se transmitía en directo para una de las cadenas de mayor audiencia hispana de la televisión norteamericana. La respuesta del ahora expresidente mexicano fue contundente, seca, categórica: ¡NO! El periodista mexicano ejerció su derecho periodístico a preguntar y el ciudadano mexicano y más alto funcionario nacional su derecho a responder. Fue un ejercicio ejemplar de ambas profesiones y de ambas responsabilidades éticas, políticas y ciudadanas. No existieron ni suposiciones ni juegos de palabra que propiciaran confusiones en el diálogo, tampoco en el ambiente entre entrevistador y entrevistado ni consecuencias de enfado por ofensas. El periodista y el funcionario, en igualdad de condiciones pudieron aclarar rumores e infundios que circulaban en México sobre la supuesta precariedad de la salud emocional del Presidente de la República Mexicana.

La patología nacional nos sitúa en un nuevo escándalo. El affaire entre la empresa MVS y la periodista Carmen Aristegui. Los comentarios de ésta última sobre las supuestas adicciones del Presidente Felipe Calderón nos vuelven a situar en un escenario de confusión y del apoyo acrítico  de la bufalada de los periodistas y comentócratas "progres" en defensa de la libertad de expresión y contra de una supuesta arbitrariedad del poder presidencial. El delirio ataca de nuevo. Periodistas del escándalo  y del amarillismo intelectuales, como José Gil Olmos, ya ofrecen versiones del chantaje y de la presión directa de la presidencia de la república, como si él lo hubiera vivido, y señalan como testimonio del supuesto alcoholismo de Felipe Calderón ¡las compras de vinos y licores que realiza la oficina de la presidencia para cubrir los eventos sociales de la casa presidencial! 

La periodista realizó cuestionamientos sobre la hipotética situación del presidente. En sus propias palabras, que ya son del dominio público, preguntaba sobre su propia creencia en los rumores y en la manta de los impresentables diputados de PT. No interrogó las aseveraciones del diputado Noroña y compañía. Las aceptó como válidas. Peor aún: no buscó información comprobable y no investigó sobre la veracidad o mentira de los rumores y los decires de los fans de Andrés Manuel López Obrador, club al cual ella misma pertenece. Después de su despido, concerniente a una relación laboral entre particulares, esperó el tiempo prudente para asestar un fuerte golpe político, que no periodístico, a quién ella asegura es el causante de su despido: el presidente de la república. Justo después de su reaparición política, los diputados del PT se presentaron a "clausurar" las instalaciones de la empresa. Si siguiéramos la misma actitud de medias verdades y suposiciones que emplean Carmen Aristegui y sus amigos periodistas y seguidores, podría especularse que las actitudes de Noroña, Cárdenas y compañía en el Congreso fueron acordadas por López Obrador para tratar de debilitar las alianzas del PAN y el PRD. Al ver las reacciones de rechazo, el mismo autor del célebre ¡Cállate chachalaca! trató de deslindarse de esa acción, pero la periodista le dio aire al asunto, y fue aconsejada por los "pejistas" para provocar un conflicto mayor e insalvable para toda la sociedad mexicana, pues el acto político de Aristegui, apoyando a quienes la cesaron, y culpando al mismo Felipe Calderón provoca una comedia de sospechas y equívocos sobre la definición de un sector clave para el desarrollo nacional con fuerte incidencia política como lo es el sector de las comunicaciones. Digamos que este delirante pseudoanálisis se corresponde con los artículos de Gil Olmos, Lorenzo Meyer, José Antonio Crespo y demás ídolos del izquierdismo mexicano.

Corrijo y preciso: más que pseudoanálisis, se trata de una especulación amoral e ideológica, pero derivada de la conducta esquiva y ladina de una persona acomplejada. El deber escrupuloso del periodismo está ya fuera del asunto que debatimos. En realidad se trata de un asunto político. El desplegado aparecido en diarios nacionales en apoyo a la periodista, con "abajofirmantes" conformados por personas y asociaciones de la impoluta y siempre honorable sociedad civil, aparece el mismo día en que los diarios de circulación casi nacional recogen estas declaraciones que no tienen  desperdicio: "silenciar a un comunicador es un acto de prepotencia y un exceso.   Aristegui sufrió un cese fulminante de MVS, porque a Felipe Calderón no le gustó que la conductora solicitara información sobre su estado de salud... La familia Vargas, considero, fue presionada, le creo a Carmen de que la orden la dieron desde Los Pinos, entonces pusieron en una situación difícil a la familia Vargas porque saben cómo el régimen amenaza con las concesiones". ¿Adivina usted el nombre del autor de estas declaraciones? ¿No? Entonces, le ayudo: Andrés Manuel López Obrador.

Los resultados son negativos para la periodista, aunque se autovictimice, para la empresa, consiga o no las licitaciones en las que participa, para el presidente Calderón, al que le cargarán sus detractores un error más, y para la sociedad que no puede vivir experiencias gratificante en términos de inteligencia y de comportamientos cívicos basados en la tolerancia y otros valores democráticos. Los hechos nos muestran una vez más que los mexicanos vivimos bajo el imperio de las injurias, las descalificaciones, las mentiras y las confabulaciones como método para ascender a la verdad.

A Luis Echeverría, representante como pocos del poder autoritario priista, le llevó años desarticular la fuerza periodística de Excélsior y con resultados desastrosos para él, el periodismo, y su sistema de poder autoritario. Y aunque José López Portillo todavía creó la consigna " no pago para que me peguen", en general la libertad de prensa ha sido consolidada en México con el concurso de todas las fuerzas democráticas, libertad acrecentada desde el gobierno de Ernesto Zedillo hasta la fecha. Queda por considerar un hecho que esconden los fanáticos del periodismo de insinuaciones y medias verdades como Carmen Aristegui. En su carrera ha sido despedida por tres empresas privadas y en ningún caso ha podido acreditar que su salida es por un ejercicio periodístico que sea ejemplo de virtud valerosa. Quienes la conocemos sabemos de su carácter conflictivo, su complejo de inferioridad que suple con desplantes de grandeza. Sí; desgraciadamente nuestra personalidad también influye sobre nuestros comportamientos, y no siempre para bien. Pero si hacemos uso de la palabra en el ágora y el diálogo público, debemos hacer un gran esfuerzo todos los días para contener nuestras malas pasiones, equivocados intereses y complejos que nos conducen tanto al error como a la disociación de nuestra realidad con la vida real.

 No equivoquemos el análisis. La integridad no es una característica natural del ser humano. Se trata de una cualidad cultural, y está a prueba día con día para cada uno de nosotros. Si Carmen Aristegui quiere presumir y probar su probidad y ética, entonces debe aceptar que se equivocó, como lo reconoció hace unos días Miguel Ángel Granados Chapa a propósito de comentarios sobre el sector de las telecomunicaciones y las licitaciones en dicho sector. La soberbia de la periodista y sus complejos personales, le impiden ver el dedal en el que se ahoga, aceptar su juego en la trampa bien estructurada por López Obrador para hacer enojar a Felipe Calderón y propiciar una ruptura con el fin  de debilitar las alianzas electorales que a él le perjudican. Como sea, hemos contemplado el juego horripilante de las pasiones personales de la perversidad política y  del ego de una persona que a pesar de sus méritos intelectuales y profesionales va dando tumbos con sus patrones debido a la estructura de su carácter. 









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Democracia discordante y sorda

Por Francisco Montfort Guillén


Esperando a Godot expresa claramente la potencia del absurdo convertido en teatro. Godot, el personaje central, en torno al cual se desenvuelve la obra, nunca aparece en escena. La versión mexicana (por lo menos una de ellas) de este personaje es la democracia en el ámbito federal. De ser cierta la suposición de que en la elección presidencial del 2006 existió fraude (porque nunca se demostró), y verdaderas también las versiones de que Felipe Calderón designará al candidato panista y lo convertirá en su sucesor en la presidencia (lo que está por verse), significarían que no hemos avanzado nada en términos políticos y que durante todo este tiempo la democracia ha sido el personaje central del teatro político mexicano, pero que nunca ha aparecido en escena. La realidad, en consecuencia, nos mostraría a una sociedad que es capaz de pensar sabiamente y actuar de manera absurda.

Lo que sí es constatable es la discordancia entre los deseos expresados en discursos políticos, análisis periodísticos y estudios académicos y las realidades de un país heterogéneo, diverso, diferenciado en sus costumbres, percepciones y conductas. La discordancia resulta de la ausencia de distinción y caracterización de esas realidades con la evocación de la democracia como un ideal, un todo homogéneo, sin fisuras, idéntico a sus postulados. ¿Son iguales no sólo las realidades, sino las ideas de democracia que el PRI  de la dictadura cuasi perfecta plasmó en la Constitución como forma de vida y las realidades e ideas democráticas que hoy se manejan por doquier? ¿Es posible hablar de democracia en México sin especificar si el objeto que se designa es el sistema federal o alguno referente a los estados de la república? ¿Cuál es el Godot democrático del que todos hablamos pero que nadie ha visto en escena? ¿El Godot es sólo nacional o también está en cada entidad de la república?

Las imágenes que vemos en el teatro político no sólo difieren de los ideales de las teorías democráticas sino que ejemplifican hechos contrarios a la razón, al sentido común y a la decencia. A los ojos de la mayoría son actos inopinados y ridículos, que violan las reglas de la lógica, los preceptos legales, la convivencia civilizada. Actos inaceptables que merecen primero la condena y después... ¡el apoyo en las urnas! Convengamos que, en esta contradicción, se resume lo absurdo de la condición mexicana, es decir, de la existencia humana. Estamos en las condiciones que describía Albert Camus: "Para mí la única realidad es el absurdo. El problema estriba en saber cómo escapar de él y si del  absurdo se debe desprender el suicidio". En nuestro caso el dilema es similar. Tenemos que encontrar las vías para superar el absurdo pseudodemocrático en el que hemos caído o dejar que continúe hasta que los dirigentes políticos provoquen el suicidio de nuestra fantasmal democracia.

La inepcia y la estupidez son acompañadas de sordera en acciones políticas que dejan insatisfechas a las sociedades, lo mismo por las actuaciones del gobierno federal que por las formas de los gobiernos de los estados y los municipales. Este malestar cultural, sin embargo, no permite vislumbrar actitudes de pleno rechazo a los partidos, a los políticos y a los funcionarios. Esta situación permite suponer que no todo "está podrido en Dinamarca" y que existen bases para la regeneración institucional a escala de la república. La reorganización, es decir, la reforma de todo es la tarea pendiente: todo debe ser discutido, modificado, repensado.

Las elecciones del año pasado, y las dos de éste, no son las peores de nuestra historia. Por el contrario, son los mejores ejemplos de nuestras realidades, tan alejadas de los cánones teóricos de la mal llamada ciencia política y del decoro y la decencia personales de los actores políticos, que uno desearía formaran parte de su actuación pública. Y es de esas realidades de las que debemos partir para reformarlas y mejorarlas con nuevos atributos. Tal vez la primera tarea sea no generalizar las condiciones político-electorales locales tan diversas, adjudicando sus características a la situación federal. Por mucho que haya cambiado el IFE y la calidad de los integrantes de su consejo general; por mucho que las reformas de la venganza y la frustración de las supuestas izquierdas hayan modificado las leyes y las reglas de operación de las luchas electorales del gobierno federal, su consistencia institucional y  su conformación ciudadana están muy por encima de la calidad y las condiciones operativas y políticas de sus pares en los estados de la república.

En cambio sí existen consideraciones de orden partidista que soportan algún nivel de mayor de generalización. Por ejemplo, está la ausencia de "destino manifiesto" sobre la preponderancia absoluta de cualquier partido político. Ninguno tiene como fatalidad inescrutable el triunfo o la derrota, aunque en algunos estados, de mayor atraso político, se siga sin conocer la rotación de élites de gobierno mediante el juego de la alternancia política. También son previsibles tanto la continuidad de los abandonos y afiliaciones súbitas de líderes políticos y sus seguidores en aras de obtener el poder con uno u otro partido, como las alianzas partidistas. Estas dos realidades cuestionan no sólo la teoría, sino las creencias arraigadas en torno a la solidez del sistema partidista mexicano y a la pluralidad ideológica que ellos deberían expresar.

A pesar de la antigüedad del registro del PAN y del PRI, el sistema de partidos en México es tan nuevo como el Godot democrático. Su conversión a la modernidad política está en proceso. Del resto de los partidos se puede afirmar lo mismo: aunque neonatos nacieron en la antigua cultura política y obedecen a sus comportamientos, actitudes y creencias. El PAN, el partido más singular en el sistema democrático del país, ha terminado por sucumbir a la realidad política del absurdo, como consecuencia de su involucramiento en el ejercicio del poder. De ahí que su torpeza para desenvolverse en la cotidianidad sea más visible, porque su transformación se ha realizado a la baja, es decir adecuándose a la normalidad mexicana. Por eso no son pocos los que lamentan su pérdida de imagen y de actuación y de valores e ideología, lo mismo al interior del partido que entre sus adversarios.

La raíz de los partidos mexicanos es la indiferenciación, las coaliciones, alianzas, frentes comunes así como el temor a la crítica, a la especificación, a la innovación. Esto así porque durante el siglo pasado el discurso dominante fue el de la unidad nacional, el respeto al mando único, el cerrar filas en torno a una persona o una organización: el individualismo, la personalización, la diferenciación eran los antivalores que atentaban contra la nación y la sociedad mexicanas. Curiosa paradoja: el PNR, el PRM y el PRI son expresión de las alianzas. Y en su etapa institucional, el partido revolucionario tuvo que enfrentar los primeros embates democráticos mediante alianzas con sus partidos satélites. Para desaparecer a los ojos del elector su mala imagen de marca, se ha presentado desde hace ya décadas como alianza, tanto en el ámbito federal como en los locales. El PRD es el resultado de alianzas que no han conseguido fundirse orgánica e ideológicamente. Los partidos pequeños, sin ideología y sin programas propios dependen de las alianzas para mantenerse vigentes en el ámbito partidiario, porque socialmente representan casi nada. El mismo PAN ha tenido que recurrir a las alianzas, aunque con menor fortuna.

De la movilidad de políticos entre partidos y de las alianzas se desprende otra realidad: la pluralidad, "el arco iris ideológico-partidista" (la cursilería de la frase corre por cuenta de José Woldenberg) es propiamente inexistente en México, puesto que los partidos pueden representar intereses de grupo, pero no alternativas de ideas e ideológicas distintas. Y algo más. Para nuestro sistema presidencialista nos sobran partidos. Las alianzas muestran que la verdadera lucha por el poder se define entre dos fuerzas partidistas, luchando todas por aparecer como portadoras de lo políticamente correcto que es ser de izquierda      (cualquier cosa que esto signifique), y que después de las elecciones federales de 2012 es probable que en términos prácticos desaparezca uno de los llamados partidos grandes, que se sostendría sólo por la fuerza, nada despreciable, de los presupuestos públicos. Si miramos sin anteojeras interesadas y poco ideologizadas nuestro sistema político, es muy probable que no estemos esperando a nuestro propio Godot, sino que, estando presente, por ser tan cruelmente real, preferimos ignorarlo, volteamos la vista fuera del escenario y gritamos, desesperados por su tardanza, que lo esperamos ansiosos, aunque en realidad sigamos la fiesta que nos ofrece nuestro régimen político y nos sintamos felices por vivir en este fabuloso, absurdo y costoso desmadre.














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Estructura de Violencia: sus bases sociales


Por Francisco Montfort Guillén


La repetición de los lugares comunes en el análisis de la inseguridad en nuestro país corre al parejo de los actos de violencia que se repiten a lo largo del mismo. Y tal vez una de las fallas comunes sea que los estudios y comentarios son reducidos a un sólo aspecto de esa compleja realidad. Por ejemplo, la muy buena investigación sobre los homicidios en México publicados en la revista Nexos, realizados por Guerrero y otros por  Escalante, que desentrañan el desenvolvimiento de su comportamiento regional y su frecuencia temporal. Sin duda son elementos valiosos que permiten ampliar la lectura del tamaño y ubicación  de la violencia y la inseguridad, aunque el cuidado que los dos autores ponen en sus estudios para no adelantar conclusiones ni culpabilidades, desaparece cuando se leen las referencias hechas por los comentócratas autollamados nacionales. Y es que en tratándose de la delincuencia organizada y de la violencia, el referente obligado debería ser su trato como fenómenos, o mejor, como procesos sociales complejos. En otros términos: esos problemas debieran ser considerados como situaciones dinámicas, en contínua evolución y cambio,  e integradas por elementos asociados, complementarios y en contradicciones permanentes cuyo origen y efectos tienen su propia conformación.


La situación de la delincuencia organizada requeriría su historización y evolución desde los momentos, y sus causas, mediante las cuales dejó de ser una actividad marginal y sostenida sólo por miembros de la sociedad civil, y pasó a convertirse, en las décadas de los sesentas/setentas, en una actividad bajo el manto protector del Estado, que es el factor que le otorga su carácter sistémico. Mientras esta parte de la realidad se mantenga oculta, su crecimiento seguirá en auge y continuará debilitando al Estado mexicano. Los casos de Colombia y de Italia, y los análisis que desde esos dos países se han realizado sobre la "condición mexicana" son elocuentes de las tareas sin realizar en nuestro país. Porque la realidad muestra que la acusación pueril de que la situación actual es el resultado de "la guerra de Calderón" es uno de los factores que más oscurecen esa realidad. Lo mismo puede decirse de otro lugar común: que esta guerra está perdida o que la "vamos ganando". Si acaso, el único mérito del presidente Calderón fue haber pretendido en su inicio  la solución de este problema, en su aspecto de hacerlo visible. La rentabilidad de esta gigantesca actividad económica y su carácter internacional impiden a nuestro país, siquiera, en disminuir su volumen de operaciones mediante una lucha nacional. Lo que conduce a otro tópico simplista: la obligación, por nacionalismo, de renunciar a la ayuda y a la estrategia conjunta con los Estados Unidos y las demás naciones directamente vinculadas con la producción/comercialización de drogas, personas y otros bienes que circulan en los ámbitos ilegales.

La violencia y la inseguridad merecen también un trato acorde con su complejidad. Porque su densidad, sus alcances geosociales, su visibilidad y cantidades son los resultados de muchos más factores que la sola lucha contra el crimen organizado. Nos horrorizan sus manifestaciones porque, ciertamente, su salvajismo es espeluznante. Pero de manera hipócrita volteamos la vista hacia otro lado cuando se quieren analizar las responsabilidades no sólo de las autoridades, sino también de la inmaculada sociedad civil. Porque en la calidad y frecuencia de los actos violentos se puede descubrir el fracaso de las religiones para moldear conductas civilizadas, respetuosas de la vida propia y la de nuestros semejantes. Porque las religiones sirven también para justificar la delincuencia y sus actos vandálicos. El culto a la "santa muerte" y al "santo" sinaloense Jesús Malverde no son sino las claras y evidentes manifestaciones de esos vínculos sociológicos y psicológicos, que sabemos incluyen, asimismo, los de los capos con la alta jerarquía católica, así como el de El Lazca y la "familia michoacana" con otras religiones cristianas.
La violencia en nuestro país también pone al descubierto otros problemas sobre los cuales se guarda un hipócrita hermetismo. Y dos aparecen íntimamente ligados. Uno es el fracaso del sistema educativo. Sin lugar a  dudas los estudios truncos y la baja calidad del aprendizaje, en conocimientos y valores cívicos, en mucho abonan no únicamente a la incorporación de malos estudiantes y malos ciudadanos a las filas de las actividades delictivas que no exigen, sino al contrario, de altas competencias profesionales e institucionales. La pésima educación también contribuye a la solución de conflictos y rivalidades por la vía de la violencia, toda vez que, además, recurrir a las autoridades en busca de la aplicación de las leyes y a las reparaciones legales y justas resulta una quimera.


El otro gran problema es el de la desintegración familiar que se agudizó a partir de las crisis económicas recurrentes, en particular las provocadas por José López Portillo y por Carlos Salinas de Gortari. Las dos quiebras del país destruyeron las clases medias, vía la desaparición de millones de empleos y quiebras empresariales y de patrimonios familiares, lo que obligó a las familias a buscar estrategias de sobrevivencia que rompieron el núcleo familiar, Marcadamente en 1976 y sobre todo en 1982, millones de hombres, jefes de familia, perdieron su empleo, cuestiones que abrieron el mercado femenino de mano de obra a escalas mayores. Desvalorización del hombre, empoderamiento de la mujer y la obligación de contar con los dos ingresos, de papá y mamá, para recuperar el nivel de ingreso y el estatus perdido, propiciaron el abandono del cuidado de los hijos reduciéndolo sólo a los cuidados escolares por maestros que , a su vez, sufrían también los embates de la crisis.

La lucha cotidiana para la sobrevivencia se hizo feroz. Sueldos más reducidos para las mujeres, que sufría además acoso sexual para conseguir y mantener su trabajo y mejores salarios. Abandono de hogares de hombres lanzados al desempleo y a la venganza de las infidelidades o simplemente a asumir la irresponsabilidad de sus conductas sexuales con el pretexto de su posición dominante machista. Aseguramiento de empleos y prevendas de estructuras corporativas en medio de un mundo que cambiaba por efectos del libre mercado y la competencia y la competitividad internacionales, así como el abandono de las responsabilidades del Estado, por falta  de recursos y por su afán de mantener el stato quo y su poder hegemónico. Falta de empleos formales y salarios castigados con el pretexto de resolver las crisis protegiendo los interese del capital, sin ver que los despidos masivos y los salarios deprimidos debilitan el mercado interno y por ende las mismas ganancias empresariales. Es en este contexto en que se va generando la estructura de la violencia, que por supuesto no inicia en el año 2000 y tampoco por combatir el crimen organizado. Si, tal vez el PAN no ha sabido cómo resolver estos problemas desde el gobierno federal, pero en los estados la responsabilidad es compartida e inclusive en algunos la culpabilidad es de un solo partido, pero desde luego que en este infierno todos tenemos una mayor o menor responsabilidad. Ni se ganará ni se perderá esta supuesta guerra, ni desaparecerá la violencia en los próximos dos años, porque su estructura está sostenida por relaciones sociales diversas y con problemas que requieren, cada uno, soluciones específicas y que demandan de tiempos diferentes.







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Reforma laboral y poder de compra‏

Por Francisco Montfort Guillén

El daño más relevante, aunque tal vez uno de los más silenciosos, junto con el fracaso educativo, que produjo el invierno de la dictadura perfecta, ha sido la desaparición de la representación libre de los intereses de las clases trabajadoras. Su encasillamiento corporativo y el control antidemocrático que limitó sus libertades hicieron del movimiento obrero un fantasma a la hora en que su presencia real era más necesaria. Y sin duda lo más grave para el país es que todavía políticos influyentes como Manlio Fabio Beltrones argumenten a favor de volver a imponer los pactos corporativos como mecanismos de manejo de la economía. Por si no los recuerda o no los vivió, esos famosos pactos hicieron explícito el dominio absolutista del capital y del gobierno sobre los trabajadores comandados por Fidel Velázquez. Las famosas concertaciones entre los " factores de la producción" fueron las formas en que los dirigentes políticos otorgaron oxígeno a un sistema que no podía resolver los problemas de endeudamiento, déficit, corrupción e inflación pero que requería aplicar duras medidas económicas en donde los golpeados siempre fueron los trabajadores, los desempleados, las amas de casa, jefas de familia y los jóvenes.

La reforma laboral que está por discutirse enfrentará dos visiones. La que defiende el PRI pretende reforzar la preeminencia que tiene el sindicalismo corporativo que forma parte de sus estructuras partidistas. El proyecto del PAN busca modernizar, que casi significa desaparecer, esas estructuras, introduciendo mecanismos democráticos en el manejo de las organizaciones de trabajadores. Por supuesto que se requiere de otro sindicalismo para hacer frente a un nuevo modelo de desarrollo derivado de las revoluciones tecnocientíficas aplicadas a la producción de bienes y servicios. El problema para lograr esta transformación es la ausencia de liderazgos propios de las clases trabajadoras que puedan defender la ampliación de sus libertades y sus actuaciones en una economía diversificada, heterogénea y desigualmente desarrollada. Porque apenas hace falta recordarlo, las necesidades del empresariado no son necesariamente las que impulsan el progreso colectivo.

Pocos temas como el de la reforma laboral exigen el ejercicio intelectual de repensar el mundo, pues sin duda las exigencias de los patrones, todas atendibles, requieren ser pensadas también desde la óptica de los trabajadores cuyas demandas son, también, todas, atendibles. La contradicción de intereses no debe hacer perder la verdad de su complementariedad: para existir las dos ópticas se necesitan mutuamente. Por esta razón el enfoque de la reforma requiere considerar que la mejor manera de hacer prosperar un negocio es si existe un vigoroso mercado interno y éste es creado tanto por la multiplicación de negocios como por el incremento del poder de compra de los trabajadores.

Estudios de Naciones Unidas proponen como futuro previsible para México la expansión de la calidad de los trabajadores pero con débil oferta laboral de los empresarios. Lo cierto es que en el país la productividad está estancada y la baja competitividad pone en entredicho estos augurios, como lo demuestran los estudios del Forum Mundial de Davos o los estudios del Instituto Mexicano para la Competitividad entre otros. En estos días en que las noticias sobre la buena marcha de la economía mexicana están a la orden, es necesario recordar la precariedad de la recuperación mundial de los mercados y las fallas estructurales de nuestra sociedad en donde destaca, precisamente, la dudosa calidad de los trabajadores y de los empresarios para hacer frente a los países desarrollados y a los emergentes.

El creciente poder exportador de México se está demostrando con los récords recientes. Sin embargo es necesario combatir una idea equivocada muy arraigada en nuestra cultura empresarial y gubernamental. Es la que defiende el bajo precio de la mano de obra como factor decisiva para la competitividad. Precisamente, estudios recientes sobre los problemas que ya enfrenta China hacen referencia al aumento salarial que ha experimentado su sistema productivo, gracias precisamente a su crecimiento económico. La nueva economía se define por el valor agregado derivado de la alta capacitación y desempeño laboral y empresarial, ya no por la producción a bajos costos y baja calidad. Algún sector puede gozar temporalmente de un bajo precio de su mano de obra, pero es circunstancial y desaparecerá de acuerdo al desarrollo del mismo. Lo que es más difícil de ver en nuestra sociedad es la falta de alta capacidad gerencial que afecta tanto o más que la descalificación del factor trabajo.

El poder de compra es el verdadero poder de los individuos y las familias en una sociedad de mercado. Por esta razón muchos trabajadores prefieren recibir salarios más altos que tener las prestaciones de ley en materia de seguridad social, aunque después se les revierta esta situación. Por esta poderosa razón, los años de estabilidad del año 2000 a la fecha han marcado el resurgimiento de las clases medias: porque la estabilidad de las finanzas públicas federales, la contención de la inflación y el mercado exportador han propiciado un fortalecimiento del poder de compra de las mayorías. Entre 1950 y 1970 cuando surgen las antiguas clases medias, el poder adquisitivo creció en 38% en términos reales o sea 1.6% anual durante 20 años. A partir de 1976 se inició la pesadilla y la demolición de esas clases medias y para la década de los ochentas la caída del salario fue de 50% en términos reales de adquisición. De 1990 al 94 tuvo el salario una caída adicional de 15.6%. El salario medio real en los seis años siguientes tuvo otra caída adicional de 19.9%, lo que arroja para el período de 50 años una pérdida de 61.2%. Durante la primera década de este siglo la recuperación del salario medio real fue de 17% por vez primera después de 20 años de despeñadero y en estos últimos el incremento ha continuado, gracias al diferencial entre los aumentos de salarios y la inflación, ascenso que se vio interrumpido por la crisis de estos dos años. (Enrique Quintanilla. Negocios. Reforma, 16/I/11).
La reforma laboral no es un fin en sí, sino uno de los mecanismos para lograr que se incremente el capital humano de trabajadores y empresarios y el capital social de las organizaciones privadas y las instituciones públicas, pues la reforma afectará también a los trabajadores del sector público. Así que los cambios deben tener como perspectiva la nueva economía política y no sólo los interese de los grandes capitales. 









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